viernes, 21 de diciembre de 2012

SEÑOR MÁRQUEZ, ¿DE QUÉ PLANETA ES USTED?




 Cierta vez un cronista le preguntó a Sam Langford, el formidable peso completo de Boston, si no temía por la decisión que pudiera dar el réferi que había sido nombrado para una de sus peleas (entonces no había jueces y era el réferi el que señalaba quién había ganado), a lo que mostrando sus puños amenazantes respondió: “Éstos son el réferi de la pelea”. No en vano el portentoso negro que entre otras cosas fue campeón mexicano de peso pesado, noqueó a 127 oponentes o más en su larga carrera. Si esto no hubiera sucedido en 1923 bien podríamos decir que sucedió el sábado pasado en Las Vegas. Juan Manuel Márquez provocó un terremoto en el devenir del boxeo al despachar en seis rounds a Manny Pacquiao, en una de esas hazañas que aun presenciándolas son difíciles de creer. Hizo justicia por propia mano con una venganza colosal y arrebató –ahora sí, sin contemplaciones—lo que le habían negado a la mala. Pulverizó las dudas, suprimió los cruces de opiniones, dejó todo claro, es el mejor de los dos. Se trata de una victoria tan importante y señera que se anota entre las epopeyas de nuestro boxeo como la que el Ratón Macías obtuvo a expensas de Chamroen Songkitrat en 1955, la de Rubén Olivares sobre Lionel Rose en 1969, la del Alacrán Torres sobre Chartchai Chionoi el mismo año, la de Salvador Sánchez sobre Wilfredo Gómez en 1981 o la de Julio César Chávez sobre Meldrick Taylor en 1990. Por mi parte ratifico lo que sostengo siempre: no hay pronósticos en el boxeo. Sólo sirven para que los llamados expertos se pavoneen cuando por azar atinan un resultado, y se justifiquen cuando no. Nadie sabe cómo van a terminar las peleas, especialmente las peleas grandes. O, dicho de otra manera, son tantas las veces en que presenciamos resultados insólitos que los presupuestos lógicos poco funcionan. Márquez, efectivamente, ganó con el resultado menos previsible. La revista The Ring hizo una encuesta previa que establecía: Pacquiao por nocaut (40.7 %), Pacquiao por decisión cerrada (14.2), Márquez por decisión cerrada (14.1), Pacquiao por decisión amplia (10), Márquez por decisión amplia (9.4), Márquez por nocaut (7) y empate (4.7). Ustedes dirán, en qué ayudan los pronósticos. Juan Manuel tuvo la osadía de quemar las naves, de jugarse a todo o nada, de apostar el resto de su capital a la veleidosa ruleta de lo desconocido. Una locura, pero le salió bien. Poco antes del desenlace atroz yo gritaba en la transmisión que Márquez se suicidaba, que se exponía sin necesidad, que trabajaba para Pacquiao, que estaba a casi nada de ser sacado de la pelea. No dije nada incorrecto. Mi comentario era obligado de acuerdo con los cánones establecidos, observados y santificados en doscientos años de boxeo. O, qué carambas, ¿alguien cree que podemos saber lo que va a suceder un segundo después de que decimos lo que decimos? Los comentaristas, si servimos para algo, es para ir guiando a los espectadores sobre cómo se mueven las variables en una pelea. Trabajamos con los elementos que nos da el historial de cada uno. La consigna es observar todo siempre, adivinar nunca. Así las cosas en la pelea, en esos momentos definitivos, sabíamos que Juan Manuel era el más vulnerable de los dos, que Pacquiao buscaba el roce y el intercambio para poder pelear de cerca y desarticular la defensa de Márquez, hacerlo accesible, poder llegar a un blanco que de otra manera le quedaba lejos. Pero Juan Manuel estaba y se sentía más fuerte que nunca, y se lo permitió, se dio el gusto. Aceptó la aventura de romper lanzas, poniendo el pecho y la mandíbula a las balas. Es seguro que vivió el trance de ese momento en que una seguridad celestial y misteriosa nos hace creer que somos invencibles, todopoderosos. Se expuso a ser ejecutado y terminó siendo el ejecutor, y a ver quién le dice algo al que elaboró y llevó a buen puerto un éxito tan categórico. Hubo dos rounds frenéticos, quinto y sexto. El cruce de fuego en el sexto, que sería el postrero, alcanzó una intensidad desesperante. Antes de que una pelea haga la curva descendente, si la hace, los estados de conciencia de los actores se exacerban, logran profundizar tanto la concentración para los más ínfimos detalles, que tal vez no alcancemos a entenderlo del todo los hombres comunes. Los movimientos corporales son irrefrenables en el desvarío de liberar todo el arsenal para el ataque total y definitivo. Se juegan mucho más que el resultado de una pelea, se juegan la vida, todo lo que soñaron ser y serán. Sobre el final del episodio un dolor desconocido y salido de la nada, un impacto que ni siquiera vio llegar, un golpe homicida, un ataque primitivo, con la fuerza de un obús, se estrelló en el rostro de Manny Pacquiao que jamás volverá a ser el mismo rostro, y lo precipitó a la hoguera de los condenados. Servido, señor. Esa derecha más poderosa que nunca antes en veinte años de carrera, provocó sobre Manny el daño que haría en una doncella la coz de una mula. Ahí que se queden con sus pinchurrientas tarjetas los jueces de Las Vegas, tan simpáticos y agradables a los mexicanos como el sheriff Joe Arpaio. El sábado otra vez llevaban a Pacquaio arriba en las puntuaciones. En el resumen de las cuatro peleas, para ellos, Pacquiao ganó por ocho puntos. A ver si ahora entendieron quién es Juan Manuel Márquez. Juan Manuel Márquez encarnó su venganza y la venganza secreta de millones que como él han sido víctimas, de otras maneras, por otras razones. Dolores dormidos que duelen a perpetuidad. Demasiados hombres que permanecían caídos con él se pusieron de pie. Confieso que no sé si darle mayor valor a lo boxístico o al temperamento vencedor. ¿Quién ganó la pelea, el boxeador o el hombre? Habrá que recuperar a ambos, seguramente, porque sería un sacrilegio minimizar a uno u otro. El Márquez boxeador hizo lo que sabe con la esplendidez de quién nació para esto y aprendió bien en una vida en el ring. El Márquez hombre se hizo probadamente indestructible y puso el carácter necesario para pelear como un animal salvaje. Lo demás es que en la más hermosa de sus noches los dioses estaban de su lado. Revisaré pronto ese fantástico quinto round, para ver si fue tan intenso y descarnado como lo recuerdo a pocas horas del combate. Desde hace medio siglo se considera que el de la segunda pelea entre Sugar Ray Robinson y Gene Fullmer, el 1 de mayo de 1957, fue el mejor quinto round de la historia. Robinson ganó por tercera vez el título medio con un impresionante gancho izquierdo que al 1:27 noqueó a Fullmer por primera vez en su carrera. Valdrá la pena hacer una comparación, después de esos tres minutos estremecedores que produjeron Juan Manuel y Manny. Márquez con esta victoria descompuso todo en el boxeo, por lo que varios van a tener que hacer borrón y cuenta nueva. Si Juan Manuel perdía se iba a su casa y ya está. Perdiendo Pacquiao se cayó un imperio, por las derivaciones que tiene lo que produce uno de los boxeadores más populares y queridos desde que Jack Dempsey enseñó lo popular sin límites que puede llegar a ser un boxeador. El filipino se subió al tren de la popularidad en 2001 cuando la misma noche de la pelea Oscar De la Hoya – Javier Castillejo en Las Vegas derrotó a Lehlo Ledwaba. Desde entonces ganó todo, conquistó todo, fue por más de una década el más taquillero en un universo inconquistable. Pase lo que pase con su futuro, el principio del fin para él es esta derrota que regresará recidivante en sus peores pesadillas. México vive un momento de paroxismo, de una felicidad deportiva indescriptible. Desde que dejé el borde del ring la respuesta que percibo en la gente es una no vista en muchos años. Juan Manuel Márquez es un héroe de este tiempo que derrama parabienes, y contagia la certeza de que todo lo que soñamos un día u otro puede convertirse en realidad. Qué maravilla de tipo.


por Lamazon


lunes, 10 de diciembre de 2012


Miguel Cotto (37-3, 30 KO’s)-Trout (25-0, 14 KO’s)



lunes, 3 de diciembre de 2012

Pacquiao vs Marquez IV : Cuestion de Honor



Nuevamente nos vemos hablando de un Marquez vs Pacman...Esta vez la 4!!!!. Para ser sincero, hasta hace bien poco no me interesaba demasiado ver otro enfrentamiento entre dos de los mejores boxeadores de como mínimo la ultima década.¿Que mas tiene que hacer Marquez para ganar?, no hay duda sobre la respuesta ¿no?...Marquez tendra que noquear al filipino si quiere que al final de la batalla sea su mano la que alze el referee.
Como he dicho, no me causaba ningún interés esta cuarta pelea, pero pensándolo una y otra vez, y tras la derrota de Manny frente a bradley (menudo robo), creo que si, que veremos una autentica batalla. Marquez buscara el KO. Sabe que si depende de las cartulinas lo tendrá complicado. Y por su parte Manny, tiene la espina del robo y querrá cerrar muchas bocas. Por ello, creo que no solo irán a por la gran bolsa (que es importante), creo que esta pelea es algo personal,algo de honor. Cuando suene la campana no habrá nadie mas que dos guerreros en busca de la victoria.
Como siempre, apuesto por el Mexicano, pero creo que esta vez Manny subirá al ring al 200%.