La mayor popularidad de la que gozaba el boxeo en Inglaterra,
unida al hecho de que las peleas en Estados Unidos eran ilegales, propiciaron el
lento desarrollo del boxeo en Estados Unidos.
La primera pelea de la que se tiene noticia fue la celebrada entre Jacob Hyer y Tom Beasley en 1916 con victoria para el primero. En los siguientes años no se tienen apenas noticias sobre la existencia de combates organizados, siendo, curiosamente el hijo de Jacob Hyer, Tom, quien tras derrotar a "Country" McClusky, fue reconocido como el primer campeón de Estados Unidos.
Es, sin embargo Zacarías Molineaux, el padre del célebre Tom Molineux, quien ha sido considerado como el primer púgil norteamericano. El registro de Filadelfia de 1788 dice de él lo siguiente:
"Zacarías Molineux, esclavo de Virginia, que luchó con los coloniales en las paladas hostilidades con Inglaterra, fue llamado a responder ante los tribunales el último viernes, acusado de atropello en la persona del denunciante, Silas Freeman, y por haber intervenido en un combate de boxeo, turbando el orden público.
Molineux, cuya lealtad a los coloniales fue reconocida por el tribunal, fue puesto en libertad, tras una breve amonestación. Es conocido en Virginia como el negro que ha batido a más rivales en la lucha.
Este héroe de la guerra era el mejor pugilista de Virginia y pertenece a una familia que se distingue por su habilidad en el arte de boxear
Antes de recobrar la libertad, Zacarías prometió no volver a pelear más que en combates públicos".
Pese a todo, el primer combate importante de la historia de Norteamérica fue el celebrado entre Burke y Sam O’Rourke, con victoria para el primero y cuyos pormenores ya han sido descritos en el capítulo anterior.
Entre los nuevos púgiles que iban surgiendo en Estados Unidos cabe mencionar a John Morrissey, "Yankee" Sullivan, Lew Baker, Tom Hyer, Bill Poole, famoso este último por su brutalidad en las peleas callejeras.
La historia cuenta, que en un enfrentamiento callejero, Tom Hyer propinó una fuerte paliza a "Yankee" Sullivan (no confundir con John L. Sullivan, que será objeto del último capítulo y a quien nadie hubiese sido capaz de partir la cara en ningún lugar, calle o ring). Eso motivó un desafío de Sullivan a Hyer para combatir en un ring por el título de campeón de América. El lugar escogido para el combate fue "Pool’s Island", en Maryland. El combate está rodeado de anécdotas entre las que cabe mencionar la más célebre que relata Nat Fleischer del siguiente modo:
"La policía , que había tenido noticias del proyectado combate, envió desde Baltimore una brigada de agentes para impedir que éste se llevara a cabo. Después de tomar tierra, la policía rodeó la casa donde Hyer dormía. Despertóse éste al ruido de las pisadas de los agentes, dándose cuenta del peligro. Sin vacilar ordenó a su entrenador, George Thompson que se metiera en el lecho. Luego arrastrándose silenciosamente, consiguió escapar. Un poco más tarde Hyer embarcaba en uno de los botes donde aguardaban el nuevo día los aficionados que iban a presenciar el combate.
La policía entró en la habitación que acababa de abandonar el boxeador y al encontrar a George Thompson, que era un hombre de aspecto atlético, acostado en la cama, no dudaron un momento que se trataba de Hyer. Thompson fue detenido inmediatamente por los guardias que cumplida esta misión se encaminaron al lugar donde Sullivan se hallaba albergado.
Yankee, al encontrarse de improviso con la policía tuvo una idea y volviéndose a su entrenador, Tom O’Donell, lo empujó hacia la puerta gritándole al mismo tiempo con fingida alarma '¡Corre, Sullivan, corre y escapa!'.
Los guardias - continúa Fleischer - cayeron en la trampa y corrieron detrás del fugitivo que opuso una convincente resistencia antes de dejarse apresar. Entretanto el verdadero Sullivan conseguía escapar, y al igual de Hyer, corrió hasta la playa, donde lo recogió el otro bote, llevándole con el resto de los excursionistas. La lancha de los policías que salió en persecución de los fugitivos, encalló en una roca y allí tuvieron que permanecer largo rato, tratando de hacer salir a la embarcación del escollo, en tanto los dos botes perseguidos navegaban viento en popa… "
Lo cierto es que el combate se celebró y la victoria - al igual que en el combate callejero - volvió a ser para Hyer en dieciséis asaltos, con el resultado de una "ligera fractura de cráneo" para Sullivan.
Simultáneamente a lo relatado, surge otro futuro campeón, su nombre John Morrissey y su fama se debe no sólo a sus éxitos como boxeador, sino también al hecho de que llegó a ser un reputado político, miembro del congreso de Estados Unidos.
Nació en Templemore, el 11 de febrero de 1831 y la pobreza familiar le obligó a trabajar desde muy joven, frecuentando muy poco la escuela (entre otras cosas, no aprendió a leer ni a escribir hasta los dieciocho años). Sus condiciones atléticas se pusieron muy pronto de manifiesto pues a la edad de quince años era considerado como un gran luchador, lo que se puso de manifiesto en repetidas ocasiones, como en la siguiente anécdota relativa a la época en que Morrissey trabajaba en un establecimiento de bebidas llamado "Troy saloon" (Troy era la ciudad donde vivía). El mencionado Fleischer menciona una anécdota relacionada con cuatro compañeros de Heenan (John C. Heenan el posterior y célebre campeón) que entraron en el local en el que prestaba servicios Morrissey:
"Una noche, cuatro compañeros de Heenan entraron el Salón de Hamilton, donde Morrissey prestaba sus servicios, y después de ingerir numerosas bebidas, se negaron a pagar la cuenta. Entonces Morrissey entró en acción y dio una fenomenal paliza al más matón del cuarteto de truhanes, tumbándole por más de la cuenta… mientras, Mr. Hamilton se deleitaba observando el espectáculo. Y cuando en otra ocasión Morrissey derribó con facilidad a Malachi Brennan, un célebre matón de Albany, Hamilton insistió para que su fuerte y hábil dependiente se dedicara al boxeo profesional."
El mismo autor menciona otras anécdotas como la Tom McCann, célebre y sucio luchador que abrasó a Morrissey con carbones ardientes antes de sucumbir ante sus puños en una auténtica exhibición de pundonor, y resistencia al dolor de Morrissey.
Su siguiente combate fue contra George Thompson, compañero y amigo de Tom Hyer, a quien derrotó por abandono en el asalto número 11. Morrissey buscando mayor reconocimiento trató de enfrentarse a Hyer, aunque sin éxito, con lo que optó por desafiar a "Yankee" Sullivan, al que derrotó -si bien es cierto, que muy ayudado por el público, que entre otras cosas invadía constantemente el ring y llegó a cortar las cuerdas- en el asalto número treinta y siete. Con esta victoria Morrissey fue proclamado campeón de América.
Entonces es cuando aparece en escena un antiguo enemigo de Morrissey, igualmente vecino de la ciudad de Troy, su nombre John C. Heenan, más conocido como "el chico de Benicia". Ambos se enfrentaron dos veces. En el primero de los combates la victoria fue para Morrissey (Heenan se había fracturado la mano tras golpear uno de los postes), en el segundo venció Heenan.
Posteriormente Morrissey se retira del boxeo y se dedica a la política, siendo elegido en 1870 miembro del congreso y designado por el senado para la reforma del sistema de ingresos públicos. Falleció en 1878 a los cuarenta y siete años de edad.
La primera pelea de la que se tiene noticia fue la celebrada entre Jacob Hyer y Tom Beasley en 1916 con victoria para el primero. En los siguientes años no se tienen apenas noticias sobre la existencia de combates organizados, siendo, curiosamente el hijo de Jacob Hyer, Tom, quien tras derrotar a "Country" McClusky, fue reconocido como el primer campeón de Estados Unidos.
Es, sin embargo Zacarías Molineaux, el padre del célebre Tom Molineux, quien ha sido considerado como el primer púgil norteamericano. El registro de Filadelfia de 1788 dice de él lo siguiente:
"Zacarías Molineux, esclavo de Virginia, que luchó con los coloniales en las paladas hostilidades con Inglaterra, fue llamado a responder ante los tribunales el último viernes, acusado de atropello en la persona del denunciante, Silas Freeman, y por haber intervenido en un combate de boxeo, turbando el orden público.
Molineux, cuya lealtad a los coloniales fue reconocida por el tribunal, fue puesto en libertad, tras una breve amonestación. Es conocido en Virginia como el negro que ha batido a más rivales en la lucha.
Este héroe de la guerra era el mejor pugilista de Virginia y pertenece a una familia que se distingue por su habilidad en el arte de boxear
Antes de recobrar la libertad, Zacarías prometió no volver a pelear más que en combates públicos".
Pese a todo, el primer combate importante de la historia de Norteamérica fue el celebrado entre Burke y Sam O’Rourke, con victoria para el primero y cuyos pormenores ya han sido descritos en el capítulo anterior.
Entre los nuevos púgiles que iban surgiendo en Estados Unidos cabe mencionar a John Morrissey, "Yankee" Sullivan, Lew Baker, Tom Hyer, Bill Poole, famoso este último por su brutalidad en las peleas callejeras.
La historia cuenta, que en un enfrentamiento callejero, Tom Hyer propinó una fuerte paliza a "Yankee" Sullivan (no confundir con John L. Sullivan, que será objeto del último capítulo y a quien nadie hubiese sido capaz de partir la cara en ningún lugar, calle o ring). Eso motivó un desafío de Sullivan a Hyer para combatir en un ring por el título de campeón de América. El lugar escogido para el combate fue "Pool’s Island", en Maryland. El combate está rodeado de anécdotas entre las que cabe mencionar la más célebre que relata Nat Fleischer del siguiente modo:
"La policía , que había tenido noticias del proyectado combate, envió desde Baltimore una brigada de agentes para impedir que éste se llevara a cabo. Después de tomar tierra, la policía rodeó la casa donde Hyer dormía. Despertóse éste al ruido de las pisadas de los agentes, dándose cuenta del peligro. Sin vacilar ordenó a su entrenador, George Thompson que se metiera en el lecho. Luego arrastrándose silenciosamente, consiguió escapar. Un poco más tarde Hyer embarcaba en uno de los botes donde aguardaban el nuevo día los aficionados que iban a presenciar el combate.
La policía entró en la habitación que acababa de abandonar el boxeador y al encontrar a George Thompson, que era un hombre de aspecto atlético, acostado en la cama, no dudaron un momento que se trataba de Hyer. Thompson fue detenido inmediatamente por los guardias que cumplida esta misión se encaminaron al lugar donde Sullivan se hallaba albergado.
Yankee, al encontrarse de improviso con la policía tuvo una idea y volviéndose a su entrenador, Tom O’Donell, lo empujó hacia la puerta gritándole al mismo tiempo con fingida alarma '¡Corre, Sullivan, corre y escapa!'.
Los guardias - continúa Fleischer - cayeron en la trampa y corrieron detrás del fugitivo que opuso una convincente resistencia antes de dejarse apresar. Entretanto el verdadero Sullivan conseguía escapar, y al igual de Hyer, corrió hasta la playa, donde lo recogió el otro bote, llevándole con el resto de los excursionistas. La lancha de los policías que salió en persecución de los fugitivos, encalló en una roca y allí tuvieron que permanecer largo rato, tratando de hacer salir a la embarcación del escollo, en tanto los dos botes perseguidos navegaban viento en popa… "
Lo cierto es que el combate se celebró y la victoria - al igual que en el combate callejero - volvió a ser para Hyer en dieciséis asaltos, con el resultado de una "ligera fractura de cráneo" para Sullivan.
Simultáneamente a lo relatado, surge otro futuro campeón, su nombre John Morrissey y su fama se debe no sólo a sus éxitos como boxeador, sino también al hecho de que llegó a ser un reputado político, miembro del congreso de Estados Unidos.
Nació en Templemore, el 11 de febrero de 1831 y la pobreza familiar le obligó a trabajar desde muy joven, frecuentando muy poco la escuela (entre otras cosas, no aprendió a leer ni a escribir hasta los dieciocho años). Sus condiciones atléticas se pusieron muy pronto de manifiesto pues a la edad de quince años era considerado como un gran luchador, lo que se puso de manifiesto en repetidas ocasiones, como en la siguiente anécdota relativa a la época en que Morrissey trabajaba en un establecimiento de bebidas llamado "Troy saloon" (Troy era la ciudad donde vivía). El mencionado Fleischer menciona una anécdota relacionada con cuatro compañeros de Heenan (John C. Heenan el posterior y célebre campeón) que entraron en el local en el que prestaba servicios Morrissey:
"Una noche, cuatro compañeros de Heenan entraron el Salón de Hamilton, donde Morrissey prestaba sus servicios, y después de ingerir numerosas bebidas, se negaron a pagar la cuenta. Entonces Morrissey entró en acción y dio una fenomenal paliza al más matón del cuarteto de truhanes, tumbándole por más de la cuenta… mientras, Mr. Hamilton se deleitaba observando el espectáculo. Y cuando en otra ocasión Morrissey derribó con facilidad a Malachi Brennan, un célebre matón de Albany, Hamilton insistió para que su fuerte y hábil dependiente se dedicara al boxeo profesional."
El mismo autor menciona otras anécdotas como la Tom McCann, célebre y sucio luchador que abrasó a Morrissey con carbones ardientes antes de sucumbir ante sus puños en una auténtica exhibición de pundonor, y resistencia al dolor de Morrissey.
Su siguiente combate fue contra George Thompson, compañero y amigo de Tom Hyer, a quien derrotó por abandono en el asalto número 11. Morrissey buscando mayor reconocimiento trató de enfrentarse a Hyer, aunque sin éxito, con lo que optó por desafiar a "Yankee" Sullivan, al que derrotó -si bien es cierto, que muy ayudado por el público, que entre otras cosas invadía constantemente el ring y llegó a cortar las cuerdas- en el asalto número treinta y siete. Con esta victoria Morrissey fue proclamado campeón de América.
Entonces es cuando aparece en escena un antiguo enemigo de Morrissey, igualmente vecino de la ciudad de Troy, su nombre John C. Heenan, más conocido como "el chico de Benicia". Ambos se enfrentaron dos veces. En el primero de los combates la victoria fue para Morrissey (Heenan se había fracturado la mano tras golpear uno de los postes), en el segundo venció Heenan.
Posteriormente Morrissey se retira del boxeo y se dedica a la política, siendo elegido en 1870 miembro del congreso y designado por el senado para la reforma del sistema de ingresos públicos. Falleció en 1878 a los cuarenta y siete años de edad.
Pese al título del capítulo, los inicios del boxeo en América,
hay que volver a hacer referencia a un púgil Inglés, a un extraordinario púgil
que a lo largo de su carrera sufrió una sola derrota, Tom Sayers.
De pequeño tamaño (pesaba solo sesenta y tres quilos) Sayers, como veremos, llegó a pelear en el peso pesado, y no sólo llegó a pelear, sino que ha pasado a estar considerado, gracias a sus absolutamente extraordinarias facultades, como uno de los grandes púgiles de la antigüedad, junto a Mendoza o Broughton.
Nacido en Brighton el 25 de mayo de 1828 en el seno de una familia de escasos recursos, lo que le obligó a trabajar desde los siete años remolcando embarcaciones y posteriormente de albañil.
Tras descubrir sus extraordinarias facultades para el pugilismo, decide -las fuentes no coinciden en relación a la edad para unos a los veinte, para otros a los veintidós- dedicarse al boxeo profesional. Hizo muchos combates entre los que cabe mencionar los que le enfrentaron a Aby Couch, Dan Collins, Jack Martin, y a Nat Langham, este último por el campeonato del peso medio donde sufrió la primera y última derrota de su carrera. Posteriormente derrota a George Sims, Harry Poulson, Aaron Jones, Bill Perry etc, la mayoría de los cuales ya fueron dentro del campo de los pesos pesados.
Mientras tanto y coincidiendo con la retirada de Morrissey, comenzó a prepararse uno de los más célebres combates de la antigüedad, el que enfrentó a Sayers con Heenan.
Volviendo de nuevo a la información proporcionada por Nat Fleischer, hay que decir que ningún combate había producido nunca tanto interés como este. Periódicos como el "Spirit of the Times" de Nueva York, o el "Illustrated Weekly", de Frank Leslie habían enviado periodistas para cubrir la pelea, relevantes figuras de la literatura y el arte estuvieron presentes. Se trata del primer combate mencionado en un lugar preferente de los distintos periódicos.
El combate es descrito por Fleischer de la siguiente manera:
"El combate comenzó a las siete y media de la mañana del día 17 de abril de 1860. Había gran diferencia física entre Heenan, que medía 1’83 metros y pesaba ochenta y ocho quilos, y Sayers, de 1’72 metros y sesenta y siete quilos de peso. Pero el inglés se sentía respaldado por la confianza que sus compatriotas tenían en su victoria.
Las apuestas de los pocos americanos que se encontraban allí fueron aceptadas con avidez. Había también muchos ingleses, que sin dejarse llevar por sus sentimientos para enjuiciar el combate, hicieron fuertes apuestas a favor de Heenan.
Sayers comenzó la pelea asestando hábiles y duros puñetazos con la izquierda a su adversario, continuando con una apretada serie de golpes magistrales que fueron lo mejor de la lucha. Pero el robusto americano, utilizando su corpulencia y su enorme fuerza como sus mejores armas de combate, derribó a Sayers en el segundo, tercero, cuarto y quinto asaltos. En el sexto, Sayers paró un puñetazo con su antebrazo, tan fuerte, que le fracturó el hueso de éste, no pudiendo volver a emplear el brazo lesionado durante el resto del combate. A pesar de los dolores que le produjo este accidente, Sayers, que era siempre un gran estratega, comprendió rápidamente que su única esperanza de lograr la victoria sobre su antagonista consistía en atacar a éste en los ojos. Comenzó a seguir este plan con considerable éxito, logrando cerrar el ojo derecho de Heenan en el séptimo asalto. Heenan, que continuaba atacando con dureza, volvió a derribar a Tom.
En el octavo asalto, la mano izquierda de Heenan quedó tan inutilizada como la derecha de Sayers, rompiéndose un hueso contra la dura cabeza de su antagonista. No obstante Heenan siguió luchando, sin que por su parte Sayers dejara de emplear su táctica de castigo en los ojos del americano.
Durante veinte minutos continuaron boxeando sin una pausa. Heenan señaló claramente una serie de golpes bajos, entre el noveno y el decimocuarto asalto, pero el americano estaba ya casi completamente cegado. En este punto la incógnita principal sobre el desenlace del combate consistía en adivinar si Sayers, exhausto y con el brazo derecho roto, podría resistir hasta que el americano, cegado y con un brazo fracturado, se viera obligado a rendirse.
En el asalto número treinta y siete surgió un conflicto entre la policía y la exaltada y vociferante multitud, pues contrariamente a la que siempre había sido correcta actitud del público británico, esta vez los ánimos estaban tan excitados que trataron de oponerse a que los agentes se abrieran paso hasta el ring.
En aquel preciso instante Heenan, que acababa de arrojar a Sayers contra las cuerdas lo tenía tan fuertemente cogido como en un círculo de hierro y el inglés parecía estar a punto de desmayarse. Una mano desconocida cortó entonces las cuerdas y la multitud invadió el ring.
Todavía los dos adversarios continuaron boxeando, a pesar de que el árbitro ordenó suspender el combate ante el escándalo que se había organizado. En el asalto treinta y siete el mismo árbitro tuvo que abandonar el ring. De a cuerdo con las normas del Reglamento de Londres, una caída marcaba el final de un asalto, y Sayers y Heenan, no obstante, siguieron luchando durante cinco asaltos más, si bien oficialmente el combate terminó en el round número treinta y siete, después de dos horas y veinte minutos de dura batalla, habiéndose homologado el match como combate nulo."
Como consecuencia del desenlace, tanto la prensa de Estados Unidos como la de Inglaterra opinaron que el resultado había beneficiado a su oponente, considerando que de no haberse producido el corte de las cuerdas, su compatriota hubiese resultado vencedor.
Sea como fuere, la verdad, es que se trata del primer combate que mantuvo en vilo a más de una nación. Heenan, cuando regresó a Nueva York fuer recibido por la mayor muchedumbre que hasta ese momento había recibido jamás a un deportista llegándose a efectuar una fiesta en su honor.
Durante los años posteriores, los púgiles que ostentaron los distintos campeonatos fueron de menor importancia histórica, pudiéndose destacar entre todos ellos a Jem Mace que destacó por su técnica, así como a Paddy Ryan. Todos parecieron preparar el terreno de un boxeador verdaderamente importante en la historia del boxeo, de un hombre que podría colocarse al lado de Dempsey, Johnson, Louis o Clay, que ha sido considerado por muchos como el más grande de los pesos pesados. Su nombre: JOHN L. SULLIVAN.
De pequeño tamaño (pesaba solo sesenta y tres quilos) Sayers, como veremos, llegó a pelear en el peso pesado, y no sólo llegó a pelear, sino que ha pasado a estar considerado, gracias a sus absolutamente extraordinarias facultades, como uno de los grandes púgiles de la antigüedad, junto a Mendoza o Broughton.
Nacido en Brighton el 25 de mayo de 1828 en el seno de una familia de escasos recursos, lo que le obligó a trabajar desde los siete años remolcando embarcaciones y posteriormente de albañil.
Tras descubrir sus extraordinarias facultades para el pugilismo, decide -las fuentes no coinciden en relación a la edad para unos a los veinte, para otros a los veintidós- dedicarse al boxeo profesional. Hizo muchos combates entre los que cabe mencionar los que le enfrentaron a Aby Couch, Dan Collins, Jack Martin, y a Nat Langham, este último por el campeonato del peso medio donde sufrió la primera y última derrota de su carrera. Posteriormente derrota a George Sims, Harry Poulson, Aaron Jones, Bill Perry etc, la mayoría de los cuales ya fueron dentro del campo de los pesos pesados.
Mientras tanto y coincidiendo con la retirada de Morrissey, comenzó a prepararse uno de los más célebres combates de la antigüedad, el que enfrentó a Sayers con Heenan.
Volviendo de nuevo a la información proporcionada por Nat Fleischer, hay que decir que ningún combate había producido nunca tanto interés como este. Periódicos como el "Spirit of the Times" de Nueva York, o el "Illustrated Weekly", de Frank Leslie habían enviado periodistas para cubrir la pelea, relevantes figuras de la literatura y el arte estuvieron presentes. Se trata del primer combate mencionado en un lugar preferente de los distintos periódicos.
El combate es descrito por Fleischer de la siguiente manera:
"El combate comenzó a las siete y media de la mañana del día 17 de abril de 1860. Había gran diferencia física entre Heenan, que medía 1’83 metros y pesaba ochenta y ocho quilos, y Sayers, de 1’72 metros y sesenta y siete quilos de peso. Pero el inglés se sentía respaldado por la confianza que sus compatriotas tenían en su victoria.
Las apuestas de los pocos americanos que se encontraban allí fueron aceptadas con avidez. Había también muchos ingleses, que sin dejarse llevar por sus sentimientos para enjuiciar el combate, hicieron fuertes apuestas a favor de Heenan.
Sayers comenzó la pelea asestando hábiles y duros puñetazos con la izquierda a su adversario, continuando con una apretada serie de golpes magistrales que fueron lo mejor de la lucha. Pero el robusto americano, utilizando su corpulencia y su enorme fuerza como sus mejores armas de combate, derribó a Sayers en el segundo, tercero, cuarto y quinto asaltos. En el sexto, Sayers paró un puñetazo con su antebrazo, tan fuerte, que le fracturó el hueso de éste, no pudiendo volver a emplear el brazo lesionado durante el resto del combate. A pesar de los dolores que le produjo este accidente, Sayers, que era siempre un gran estratega, comprendió rápidamente que su única esperanza de lograr la victoria sobre su antagonista consistía en atacar a éste en los ojos. Comenzó a seguir este plan con considerable éxito, logrando cerrar el ojo derecho de Heenan en el séptimo asalto. Heenan, que continuaba atacando con dureza, volvió a derribar a Tom.
En el octavo asalto, la mano izquierda de Heenan quedó tan inutilizada como la derecha de Sayers, rompiéndose un hueso contra la dura cabeza de su antagonista. No obstante Heenan siguió luchando, sin que por su parte Sayers dejara de emplear su táctica de castigo en los ojos del americano.
Durante veinte minutos continuaron boxeando sin una pausa. Heenan señaló claramente una serie de golpes bajos, entre el noveno y el decimocuarto asalto, pero el americano estaba ya casi completamente cegado. En este punto la incógnita principal sobre el desenlace del combate consistía en adivinar si Sayers, exhausto y con el brazo derecho roto, podría resistir hasta que el americano, cegado y con un brazo fracturado, se viera obligado a rendirse.
En el asalto número treinta y siete surgió un conflicto entre la policía y la exaltada y vociferante multitud, pues contrariamente a la que siempre había sido correcta actitud del público británico, esta vez los ánimos estaban tan excitados que trataron de oponerse a que los agentes se abrieran paso hasta el ring.
En aquel preciso instante Heenan, que acababa de arrojar a Sayers contra las cuerdas lo tenía tan fuertemente cogido como en un círculo de hierro y el inglés parecía estar a punto de desmayarse. Una mano desconocida cortó entonces las cuerdas y la multitud invadió el ring.
Todavía los dos adversarios continuaron boxeando, a pesar de que el árbitro ordenó suspender el combate ante el escándalo que se había organizado. En el asalto treinta y siete el mismo árbitro tuvo que abandonar el ring. De a cuerdo con las normas del Reglamento de Londres, una caída marcaba el final de un asalto, y Sayers y Heenan, no obstante, siguieron luchando durante cinco asaltos más, si bien oficialmente el combate terminó en el round número treinta y siete, después de dos horas y veinte minutos de dura batalla, habiéndose homologado el match como combate nulo."
Como consecuencia del desenlace, tanto la prensa de Estados Unidos como la de Inglaterra opinaron que el resultado había beneficiado a su oponente, considerando que de no haberse producido el corte de las cuerdas, su compatriota hubiese resultado vencedor.
Sea como fuere, la verdad, es que se trata del primer combate que mantuvo en vilo a más de una nación. Heenan, cuando regresó a Nueva York fuer recibido por la mayor muchedumbre que hasta ese momento había recibido jamás a un deportista llegándose a efectuar una fiesta en su honor.
Durante los años posteriores, los púgiles que ostentaron los distintos campeonatos fueron de menor importancia histórica, pudiéndose destacar entre todos ellos a Jem Mace que destacó por su técnica, así como a Paddy Ryan. Todos parecieron preparar el terreno de un boxeador verdaderamente importante en la historia del boxeo, de un hombre que podría colocarse al lado de Dempsey, Johnson, Louis o Clay, que ha sido considerado por muchos como el más grande de los pesos pesados. Su nombre: JOHN L. SULLIVAN.
Texto de Boxeo7 año 2001
Sherlock
Sherlock
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