viernes, 21 de diciembre de 2012

SEÑOR MÁRQUEZ, ¿DE QUÉ PLANETA ES USTED?




 Cierta vez un cronista le preguntó a Sam Langford, el formidable peso completo de Boston, si no temía por la decisión que pudiera dar el réferi que había sido nombrado para una de sus peleas (entonces no había jueces y era el réferi el que señalaba quién había ganado), a lo que mostrando sus puños amenazantes respondió: “Éstos son el réferi de la pelea”. No en vano el portentoso negro que entre otras cosas fue campeón mexicano de peso pesado, noqueó a 127 oponentes o más en su larga carrera. Si esto no hubiera sucedido en 1923 bien podríamos decir que sucedió el sábado pasado en Las Vegas. Juan Manuel Márquez provocó un terremoto en el devenir del boxeo al despachar en seis rounds a Manny Pacquiao, en una de esas hazañas que aun presenciándolas son difíciles de creer. Hizo justicia por propia mano con una venganza colosal y arrebató –ahora sí, sin contemplaciones—lo que le habían negado a la mala. Pulverizó las dudas, suprimió los cruces de opiniones, dejó todo claro, es el mejor de los dos. Se trata de una victoria tan importante y señera que se anota entre las epopeyas de nuestro boxeo como la que el Ratón Macías obtuvo a expensas de Chamroen Songkitrat en 1955, la de Rubén Olivares sobre Lionel Rose en 1969, la del Alacrán Torres sobre Chartchai Chionoi el mismo año, la de Salvador Sánchez sobre Wilfredo Gómez en 1981 o la de Julio César Chávez sobre Meldrick Taylor en 1990. Por mi parte ratifico lo que sostengo siempre: no hay pronósticos en el boxeo. Sólo sirven para que los llamados expertos se pavoneen cuando por azar atinan un resultado, y se justifiquen cuando no. Nadie sabe cómo van a terminar las peleas, especialmente las peleas grandes. O, dicho de otra manera, son tantas las veces en que presenciamos resultados insólitos que los presupuestos lógicos poco funcionan. Márquez, efectivamente, ganó con el resultado menos previsible. La revista The Ring hizo una encuesta previa que establecía: Pacquiao por nocaut (40.7 %), Pacquiao por decisión cerrada (14.2), Márquez por decisión cerrada (14.1), Pacquiao por decisión amplia (10), Márquez por decisión amplia (9.4), Márquez por nocaut (7) y empate (4.7). Ustedes dirán, en qué ayudan los pronósticos. Juan Manuel tuvo la osadía de quemar las naves, de jugarse a todo o nada, de apostar el resto de su capital a la veleidosa ruleta de lo desconocido. Una locura, pero le salió bien. Poco antes del desenlace atroz yo gritaba en la transmisión que Márquez se suicidaba, que se exponía sin necesidad, que trabajaba para Pacquiao, que estaba a casi nada de ser sacado de la pelea. No dije nada incorrecto. Mi comentario era obligado de acuerdo con los cánones establecidos, observados y santificados en doscientos años de boxeo. O, qué carambas, ¿alguien cree que podemos saber lo que va a suceder un segundo después de que decimos lo que decimos? Los comentaristas, si servimos para algo, es para ir guiando a los espectadores sobre cómo se mueven las variables en una pelea. Trabajamos con los elementos que nos da el historial de cada uno. La consigna es observar todo siempre, adivinar nunca. Así las cosas en la pelea, en esos momentos definitivos, sabíamos que Juan Manuel era el más vulnerable de los dos, que Pacquiao buscaba el roce y el intercambio para poder pelear de cerca y desarticular la defensa de Márquez, hacerlo accesible, poder llegar a un blanco que de otra manera le quedaba lejos. Pero Juan Manuel estaba y se sentía más fuerte que nunca, y se lo permitió, se dio el gusto. Aceptó la aventura de romper lanzas, poniendo el pecho y la mandíbula a las balas. Es seguro que vivió el trance de ese momento en que una seguridad celestial y misteriosa nos hace creer que somos invencibles, todopoderosos. Se expuso a ser ejecutado y terminó siendo el ejecutor, y a ver quién le dice algo al que elaboró y llevó a buen puerto un éxito tan categórico. Hubo dos rounds frenéticos, quinto y sexto. El cruce de fuego en el sexto, que sería el postrero, alcanzó una intensidad desesperante. Antes de que una pelea haga la curva descendente, si la hace, los estados de conciencia de los actores se exacerban, logran profundizar tanto la concentración para los más ínfimos detalles, que tal vez no alcancemos a entenderlo del todo los hombres comunes. Los movimientos corporales son irrefrenables en el desvarío de liberar todo el arsenal para el ataque total y definitivo. Se juegan mucho más que el resultado de una pelea, se juegan la vida, todo lo que soñaron ser y serán. Sobre el final del episodio un dolor desconocido y salido de la nada, un impacto que ni siquiera vio llegar, un golpe homicida, un ataque primitivo, con la fuerza de un obús, se estrelló en el rostro de Manny Pacquiao que jamás volverá a ser el mismo rostro, y lo precipitó a la hoguera de los condenados. Servido, señor. Esa derecha más poderosa que nunca antes en veinte años de carrera, provocó sobre Manny el daño que haría en una doncella la coz de una mula. Ahí que se queden con sus pinchurrientas tarjetas los jueces de Las Vegas, tan simpáticos y agradables a los mexicanos como el sheriff Joe Arpaio. El sábado otra vez llevaban a Pacquaio arriba en las puntuaciones. En el resumen de las cuatro peleas, para ellos, Pacquiao ganó por ocho puntos. A ver si ahora entendieron quién es Juan Manuel Márquez. Juan Manuel Márquez encarnó su venganza y la venganza secreta de millones que como él han sido víctimas, de otras maneras, por otras razones. Dolores dormidos que duelen a perpetuidad. Demasiados hombres que permanecían caídos con él se pusieron de pie. Confieso que no sé si darle mayor valor a lo boxístico o al temperamento vencedor. ¿Quién ganó la pelea, el boxeador o el hombre? Habrá que recuperar a ambos, seguramente, porque sería un sacrilegio minimizar a uno u otro. El Márquez boxeador hizo lo que sabe con la esplendidez de quién nació para esto y aprendió bien en una vida en el ring. El Márquez hombre se hizo probadamente indestructible y puso el carácter necesario para pelear como un animal salvaje. Lo demás es que en la más hermosa de sus noches los dioses estaban de su lado. Revisaré pronto ese fantástico quinto round, para ver si fue tan intenso y descarnado como lo recuerdo a pocas horas del combate. Desde hace medio siglo se considera que el de la segunda pelea entre Sugar Ray Robinson y Gene Fullmer, el 1 de mayo de 1957, fue el mejor quinto round de la historia. Robinson ganó por tercera vez el título medio con un impresionante gancho izquierdo que al 1:27 noqueó a Fullmer por primera vez en su carrera. Valdrá la pena hacer una comparación, después de esos tres minutos estremecedores que produjeron Juan Manuel y Manny. Márquez con esta victoria descompuso todo en el boxeo, por lo que varios van a tener que hacer borrón y cuenta nueva. Si Juan Manuel perdía se iba a su casa y ya está. Perdiendo Pacquiao se cayó un imperio, por las derivaciones que tiene lo que produce uno de los boxeadores más populares y queridos desde que Jack Dempsey enseñó lo popular sin límites que puede llegar a ser un boxeador. El filipino se subió al tren de la popularidad en 2001 cuando la misma noche de la pelea Oscar De la Hoya – Javier Castillejo en Las Vegas derrotó a Lehlo Ledwaba. Desde entonces ganó todo, conquistó todo, fue por más de una década el más taquillero en un universo inconquistable. Pase lo que pase con su futuro, el principio del fin para él es esta derrota que regresará recidivante en sus peores pesadillas. México vive un momento de paroxismo, de una felicidad deportiva indescriptible. Desde que dejé el borde del ring la respuesta que percibo en la gente es una no vista en muchos años. Juan Manuel Márquez es un héroe de este tiempo que derrama parabienes, y contagia la certeza de que todo lo que soñamos un día u otro puede convertirse en realidad. Qué maravilla de tipo.


por Lamazon


lunes, 10 de diciembre de 2012


Miguel Cotto (37-3, 30 KO’s)-Trout (25-0, 14 KO’s)



lunes, 3 de diciembre de 2012

Pacquiao vs Marquez IV : Cuestion de Honor



Nuevamente nos vemos hablando de un Marquez vs Pacman...Esta vez la 4!!!!. Para ser sincero, hasta hace bien poco no me interesaba demasiado ver otro enfrentamiento entre dos de los mejores boxeadores de como mínimo la ultima década.¿Que mas tiene que hacer Marquez para ganar?, no hay duda sobre la respuesta ¿no?...Marquez tendra que noquear al filipino si quiere que al final de la batalla sea su mano la que alze el referee.
Como he dicho, no me causaba ningún interés esta cuarta pelea, pero pensándolo una y otra vez, y tras la derrota de Manny frente a bradley (menudo robo), creo que si, que veremos una autentica batalla. Marquez buscara el KO. Sabe que si depende de las cartulinas lo tendrá complicado. Y por su parte Manny, tiene la espina del robo y querrá cerrar muchas bocas. Por ello, creo que no solo irán a por la gran bolsa (que es importante), creo que esta pelea es algo personal,algo de honor. Cuando suene la campana no habrá nadie mas que dos guerreros en busca de la victoria.
Como siempre, apuesto por el Mexicano, pero creo que esta vez Manny subirá al ring al 200%.













lunes, 26 de noviembre de 2012

Hatton regresa


El sr. Macho

Ya murió. Ya no está. Ya se fue de esta vida el Macho Camacho.
 
   La muerte fue una estampida que lo alcanzó, inesperada. No la vio llegar. Ni siquiera oyó el ruido de la pólvora encendida que precedió al silencio sin final.
 
   Se acabaron para siempre sus actitudes excéntricas porque no hay hombre, por fuerte o por poderoso que sea, que resista el daño de una bala bien puesta. Mal puesta, claro.
 
   Era un personaje colorido y extraño, fuera de molde, querido por la mayoría de quienes lo conocimos. Querido y querible. Su oficio fue la notoriedad y se dedicó además al boxeo. El Macho no se parecía a nadie y su trato fácil y lisonjero obligaba habitualmente a sus interlocutores a preguntarse de dónde sacaba tanta alegría. Se vio envuelto en demasiados incidentes como para ocultar que su conducta fue muchas veces reprochable. Su andar por este mundo no transcurrió ni tranquilo ni con moderación, sino todo lo contrario. Nunca pidió permiso para nada y creo que tampoco pidió perdones.
 
   La tarde del martes pasado una emboscada sin nombre en las calles de Bayamón, donde había nacido, lo fusiló de bala y le arrancó la conciencia de este mundo al personaje que de tan vivo parecía inmorible, o entregado al movimiento perpetuo. Todo él había sido por siempre un torbellino, y cuando las primeras imágenes de televisión llegadas de la isla lo mostraron en esa camilla final, extrañamente inmóvil, nos resultó irreconocible. Todo menos eso que veíamos –un espectro, lo que quedaba de él– había sido Héctor Camacho a lo largo de sus cincuenta años de vida.
 
   Es ahora una leyenda inerte, desarrapado de calor su cuerpo y borrada con sangre su sonrisa contagiosa, nos deja prematuramente el payaso entrañable, el loco, el hablantín. Es silencio y eternidad el Macho. Ni siquiera sabemos qué le pasó, apenas suposiciones que intentan explicar la tragedia de la ocre tarde de San Juan. Son muy pocas noticias para tanta sed de saber por qué. Una multitud impávida y aún incrédula se agita en las redes para decir que lo quiere, o que lo quería, y que no lo olvidará. Lo llora Puerto Rico con lágrimas de piadosa mortaja para el que se va, y lo llora el mundo del boxeo, comprendiendo que no habrá ya ninguno de sus arrebatos demoledores que lo devuelva al centro del ring, a lo que le era esencial.
 
   Fue un loco genial pero fue también un gran atleta que sus excesos no pudieron eclipsar. Debutó a los dieciocho, peleó treinta años, estuvo activo hasta hace dos. Murió a los cincuenta.
 
   Hace tiempo hablamos en Nueva York y me dijo que tenía guardados cuatro millones de dólares. Escondidos secretamente. Intocables. ‘Algunos se creen que soy un idiota –me explicó—y que me voy a quedar en la miseria, como le ha sucedido a muchos boxeadores, pero esa plata la tengo ahorrada y no la toco. Es para mi vejez’.
 
   Ya no le hace falta, porque la vida no es como la planeamos sino que nos lleva caprichosamente de la mano. La turbulenta existencia del Macho, sus repetidas transgresiones, sus pasos disonantes, sus noches de esplendor y sus valles de humanas miserias, todo es el pasado.
 
   Puerto Rico es la tierra más boxística del mundo, ha dado cuarenta y seis campeones mundiales. Macho pertenece a la élite, con Gómez, con Trinidad, con Ortiz, con Benítez. Lo lanza la vida, lo recoge la historia. Una vez le dijo a un periodista “El más grande de mis sueños es morir en mis propios brazos”. Su inmodestia era colosal, no tenía conciencia terrenal, y siempre le perdonamos todo porque él no era un filósofo, era un loco elaborado, un Dalí con guantes de boxeo. Si hubiera sido futbolista habría jugado en el Barcelona. Su única medida era lo más grande y disparado.
 
   Los seres humanos entierran a sus muertos. Los que somos del boxeo hoy tendemos un manto de no olvido y enjugamos el llanto por el Macho que dijo adiós.


Por Lamazon

 


Todos con Cepeda

El mundo del boxeo se ha unido para apoyar a César Cepeda, un púgil al que un incomprensible error médico arruinó su carrera. Le operaron la mano equivocada y las dos quedaron sin fuerza. Tras casi seis años de cruzada, el 17 de diciembre va a juicio. Sueña con que se haga justicia.

 

Todos con Cepedatp
J. Leiva | 07/10/2012
“Mi historia la puedo contar como un drama, como una historia de terror, como un monólogo humorístico… la he contado tantas veces que puedo darle cualquier matiz. Lo único que espero es que su final sea siempre el mismo: justicia”. Así se presenta César Cepeda en su Escuela de Boxeo de Móstoles. Desde 2007 ya no puede boxear y se dedica a enseñar el deporte que fue su vida antes de que un fallo médico le apartara de él. Ésta es su historia.
En 2007. Cepeda era uno de los púgiles más prometedores del boxeo español (21 victorias en 23 combates). En un combate en Gijón notó un fuerte dolor en un nudillo de la mano izquierda: “Ya en Madrid acudí al hospital Montepríncipe, el que me indicaba la mutua. Tras seis meses de pruebas supervisadas por R. R. (iniciales del cirujano que le operó y del que nunca ha revelado el nombre), el 21 de abril de 2007 ingreso para que me operen porque me dicen que tengo una vaina rota y una pequeña bursitis. Soy el cuarto paciente al que opera R. R. aquel día. Me dijeron que se trataba de un trámite. Me pusieron anestesia general y me dormí”. Fue el comienzo de su pesadilla.
“Al despertar, aún atontado por la anestesia, veo que es la mano derecha la que está vendada. Yo sólo acierto a decir: ¡Pero qué habéis hecho, era la otra mano! Rápidamente me vuelven a dormir para operarme la otra mano… ¡con otra anestesia general!”.
En casa. César pide perdón por hablar tan deprisa, pero en ocasiones su ritmo es más pausado y sus ojos muestran más tristeza: “Me volví a despertar con las dos manos vendadas después de cinco horas de operaciones. Apenas había recobrado el conocimiento y en el hospital me decían que me tenía que ir ya. Mi entrenador, Luis Muñoz, me aconsejó que no me fuera de allí. Estaba con las dos manos inservibles. Al final me marché a casa con mis padres. Intenté dormir, pero a las cuatro de la mañana me desperté porque las manos me dolían horrores. Fue la primera vez que tuve lucidez para darme cuenta de lo que había pasado. Me derrumbé”.
César interpuso una demanda contra el hospital, más cuando, con el paso del tiempo, comprobó que ninguna de las dos manos había quedado bien. “La derecha, en la que me operaron por error, había perdido la fuerza, estaba peor que la otra. Tengo los tendones fuera del carril. Habían terminado con mi carrera y con mi vida. Era boxeador y me sentía como si me hubieran cortado las manos”.
Juicio. Desde entonces César lucha para que se haga justicia. El hospital dio diferentes versiones, entre ellas que la mano derecha también estaba mal antes de entrar en quirófano, por lo que le habían hecho un favor. También intentaron llegar a un acuerdo ofreciéndole 50.000 euros por enterrar el tema. “Mis anteriores abogados querían que firmara, y yo lo que hice fue cambiar de abogados. Tras luchar mucho, por fin el 17 de diciembre es el juicio y espero que haya merecido la pena”.
Hasta entonces, el mundo del boxeo posa con una camiseta que reza Todos somos Cepeda. Maravilla, Kiko Martínez, Campillo, Céspedes, Varón… “Soy el único capaz de unir al boxeo de este país”, bromea. “Todos me conocen como ‘el de las manos’ (en Facebook le apoyan 13.500 personas). Lo asumo, pero estoy cansado. Sólo quiero que se haga justicia y que se termine. No lo hago por dinero, que me den lo que me corresponda, pero mi objetivo todo este tiempo ha sido defender mi honor, ese que me quitaron en un quirófano”.

martes, 23 de octubre de 2012

Increible...Brandon Ríos y Mike Alvarado

 
  


 Las peleas nunca son como las habíamos imaginado, son un poco más o un poco menos, o puede ser que no tengan nada que ver con lo previsto. De Brandon Ríos y Mike Alvarado nadie esperaba menos, y cumplieron. Entregaron lo prometido con la exactitud de un reloj atómico. Con dos golpes el Bam Bam Ríos sacó del combate a Mike, que estaba ganando en el trámite con cierta amplitud. Es bien sabido que en el boxeo nadie cuestiona la legitimidad de la victoria de quien consigue un nocaut.

   Hicieron un combate épico machacándose el uno al otro con la precisión de un buen cocinero que tritura los vegetales con sumo cuidado para que su salsa le quede la mejor de la comarca.

   La pelea se queda en la historia, como lo anticiparon todos los pronósticos. Los estilos eran conocidos, y nadie ignora que si juntamos pólvora y fuego a continuación tendremos una explosión. Dos que se plantan a pelear, dos que dan mucho y reciben lo mismo, dos que no conocen treguas. Dos valientes y un destino: matar o morir.

   En las peleas límite, como ésta, no hay aire entre los dos, ni hay espacios, ni hay tiempos para pensar. Sólo hay músculos en movimiento, tensos en agonía, para ver qué lado de las fuerzas rompe primero la resistencia de la contraparte produciendo un desequilibrio. Más que una pelea fue una orgía de violencia. El público que en su casi totalidad apoyaba a Brandon Ríos aullaba y formaba un coro cacofónico de mil quinientos gatos monteses enloquecidos. Era el éxtasis alrededor y el infierno en el ring. Pelearon como si todo acabara al morir el primero.


   ¿Son boxeadores o son dementes? ¿Quieren competir o se están suicidando? ¿Qué es más morboso, ver a estos dos orates destruirse o prepararse para ver al austriaco que promete tirarse mañana en caída libre desde 39 kilómetros de altura? ¿Para qué demonios se necesita más valor?

   Los que observamos y tenemos que determinar un ganador –o sea todos, porque no hay quien no sea juez de lo que está viendo—debemos contar los golpes, pues no hay garantías de que una caída o un golpe dañoso nos van a aportar la claridad que haga nuestra puntuación incuestionable. Contar los golpes es difícil, claro, porque todo sucede a un ritmo vertiginoso, pero después de tantos años y miles de rounds hemos desarrollado mañas muy útiles que nos ayudan. En cada intercambio, por ejemplo, decirle a nuestro disco duro ‘éste va tres golpes adelante’, o ‘aquél equilibró con la réplica’.

   Sin perder ese conteo hay que ver otras cosas. Asuntos puntuales y asuntos generales. Lo puntual produce efectos instantáneos, lo general participa del criterio para cuando hay dudas hacia dónde inclinar la balanza. Mike Alvarado era más profundo e incisivo con sus envíos. El uso que hacía de la territorialidad en el ring, más inteligente y pródigo. No es lo mismo llegar a los guantes del enemigo que romper esa barrera y penetrar golpeando el rostro.   Yo tenía a mi lado a dos periodistas gringos, Dan Rafael, de ESPN, y Lance Pugmire, de Los Ángeles Times. En el primer round mi puntuación coincidió con uno de los dos, en el segundo round coincidió con el otro. En el tercero dije en la transmisión: “gana Alvarado, para mí, no todos van a verlo igual, las diferencias son tan pocas que sólo las resuelve un análisis de laboratorio”.

   Brandon Ríos avanzó en la pelea con más valor que propuestas,    Todo esto pasaba mientras la pelea caminaba hacia un destino desconocido, pero claro, siempre está presente lo que puede hacer una definición súbita. Y cuando eso sucede, las disquisiciones, las conjeturas, los puntos y la ventaja momentánea, todo, se va a la alcantarilla. Así pasó.

   Los dos estaban invictos. Los dos enfrentaban su mayor compromiso. Bam Bam había peleado mal contra Richard Abril en abril. Mike Alvarado nos había exhibido muchas veces su potencial, pero también sus altibajos. Ríos es siempre temible pero ahora subía de peso. ¿Le alcanzaría? No sabíamos. No sabía ni Dios dónde era más delgado el hilo, dónde se iba a cortar.

   El quinto round será el round del año 2012, probablemente, es muy difícil que sea superado en combatividad y dolor sobre el ring. Hay un dolor que no sienten los que pelean, sino los que miran. Cada zarpazo dado, cada descarga brutal, la piedad perdida y el ánimo homicida que quiere hacer daño en el cuero y en la conciencia del adversario se observan con estupor desde las butacas. El boxeo a su máxima temperatura posible, dos seres humanos representando la más dramática de las luchas sin armas sobre la tierra. Ambos desnudos, pesados antes para neutralizar posibles ventajas en los tamaños, intentando sobresalir uno sobre el otro.

   No hay en el boxeo ventaja que no pueda desaparecer en un instante. Brandon Ríos no peleó gran cosa en el inicio de ese séptimo round. Respiraba, descansaba, parecía buscar un soplo de aire fresco y renovador para sus cansados pulmones. Mike Alvarado aceptó  la invitación al breve descanso y descansó también, jugando con la mano izquierda para no perder la ventaja. Era mucho lo que estaba en juego y un buen boxeador siempre protege la diferencia a favor. “Esta pelea es mía y nada me la quita –pensaba Mike–, ya falta menos, ya falta poco”. Cada round dejado atrás es un abismo superado. Al minuto y 55 segundos un rayo de determinación tocó a Brandon Ríos para que despertara y se produjo el Apocalipsis. Atacó en línea recta inaugurando una nueva ofensiva para ver qué. Qué conseguía. Pero ahora lo suyo fue devastador. Sólo abrió el camino con una izquierda invisible para su oponente, y estrelló plena una derecha asesina en el rostro de Alvarado, desatando la hecatombe.

   Alvarado se descompuso con el golpe y no atinó a nada. Sus movimientos defensivos fueron los del instinto, no los de la conciencia. Todos fuimos sorprendidos. Todos menos Mike, que estaba ido. Cuando el réferi se interpuso para salvarlo, con lo que le quedaba de conciencia quiso protestar, pero no pudo. Balbuceante, de pie, tartamudeaba su impotencia. Muy poco protocolo y un final demasiado rápido para una pelea bárbara, colosal. Si el boxeo fuera siempre así, quizá estaría prohibido. Pat Russell detuvo las acciones en una intervención irreprochable. No hay criterio más acertado de un réferi que gritar basta cuando un peleador ha pasado a estar indefenso. A veces aún tira golpes, pero ya está inerme. ¡Ah cómo es difícil que entiendan algunos que por encima de las frases hechas (“No se para la pelea mientras esté tirando golpes”), hay que usar siempre el criterio! Creen en esos dichos bananeros como creen que la zanahoria es buena para la vista, sólo porque nunca han visto un conejo con lentes.

   La pelea se archiva en la memoria colectiva y se queda para siempre. Dentro de doscientos años algunos la verán, repasando los combates más brutales del boxeo.

   Fue una epopeya, y habrá revancha. Las buenas historias tienen continuación. Y no me digan que segundas partes no son buenas. La segunda parte del Quijote es mejor que la primera.

Texto de Lamazon

sábado, 20 de octubre de 2012

Mamá…quiero boxear



A pesar de que el boxeo tiene mas años que “Matusalén”, pues hay pruebas de la existencia de la evolución de este deporte desde hace unos 5.000 años. Aun hoy día y según en que países, sigue siendo un deporte mal visto y sobre todo desconocido. La mayor parte de las personas piensan en boxeo como dos hombres o dos mujeres golpeándose sin más. Se escuchan comentarios tipo a “eso es violencia gratuita, son unos bárbaros, es sangriento, y como no, el clásico, tanto golpe les vuelve tontos…”. Naturalmente quien dice o piensa eso, desconoce el respeto, dedicación y sacrificio que se necesita para pertenecer a ese (cada vez más grande) grupo de personas que estamos fascinados por el “Noble Arte“.



 
Con esa mala publicidad que rodea al mundo del boxeo, no es de extrañar que cuando un niñ@ o no tan niñ@ suelta la frase “ MAMA…QUIERO BOXEAR” Son muchas o casi todas las madres que se echan las manos a la cabeza horrorizadas por la idea de ver a su hij@ enfundándose unos guantes…(Y lo digo por experiencia).
Hay algo que es indiscutible, es un deporte de contacto y como tal, es duro, sacrificado y si, algunas veces hasta se sangra.
Una vez escuché a quien fue mi entrenador (hoy amigo) Pacho decir una gran verdad, y es esta, ¿alguna vez has oído decir, voy a jugar a boxeo?, la respuesta, o por lo menos la mía es NO. Se puede jugar a fútbol, tenis, baloncesto, etc. …pero ¿a boxeo?
Aquí (en España) el deporte por excelencia es el fútbol, y yo creo que ahí si que vemos muchas veces “violencia gratuita”, y no solo por parte de los jugadores, la mayor parte de las veces son los seguidores quienes terminan en grandes reyertas.
En el boxeo son dos hombres o dos mujeres, cara a cara en supuesta igualdad de condiciones. Una cosa es segura, intentaran vencer y a ser posible por KO. Pero por mucho castigo que veamos, es siempre bajo la atenta mirada del réferi y controlado por un médico.
Tras la batalla, el último contacto que solemos ver entre los púgiles, es un abrazo para dar fin a las “hostilidades”.
El boxeo como deporte es completísimo, el que alguien decida iniciarse, no conlleva que tenga que subir a un ring a medirse con otro rival. Se puede practicar como cualquier otro deporte, para estar en forma, para bajar peso, para liberar estrés, etc. Sin duda mejorara tu fuerza, coordinación, reflejos y un largo etc.
En mi caso, me ha vuelto una persona mucho mas tranquila, si, sé que suena extraño que ese deporte al que muchos etiquetan como violento, pueda aportarte tranquilidad, pero os aseguro que así es. Como todo, siempre hay un “pero”, un inconveniente, para mi es escuchar día si y día también a mi madre decir la frase…” Hay hijo, con la nariz tan bonita que tenías…”, y lo peor es que mi mujer le da la razón…
Bueno en resumidas cuentas, solo quería decir que no nos juzguéis sin conocer, que el boxeo no es solo dar golpes como si de una pelea callejera se tratase. El boxeo es mucho más, todo el que lo prueba no lo deja, y al que lo entiende, le apasiona.
Seguro que habrá muchas madres que pensaran que yo no querría este deporte para un hijo mio, pues a quien piense eso, le diré que sueño con escuchar a mi pequeño decirme , a ser posible en un día no muy lejano…”PAPÁ…QUIERO BOXEAR”.
Dedicado a Josina

martes, 22 de mayo de 2012

LA MALDICIÓN ORIENTAL


Por Eduardo Lamazón
Omar Niño y Julio César Miranda perdieron sin atenuantes el sábado en Manila. El primero cayó noqueado por Brian Viloria contra quien no conocía la derrota tras dos encuentros anteriores en Las Vegas, y el Pingo Miranda no pudo ganar un solo round a Rodel Mayol que lo tiró tres veces a lo largo del pleito. Una cosa es perder, lo que sucede habitualmente en el deporte, otra cosa es fracasar.
No le reclamo nada a Omar Niño, que tiene 35 años de edad y no está obligado a ser eterno, pero Miranda estuvo muy por debajo de sus posibilidades, y es hora de preguntarse por qué, si está vivo, si está sano, si teóricamente se preparó para pelear, no rinde. Sabemos lo que el Pingo puede alcanzar porque lo comprobamos en sus combates contra Richie Mepranum, contra Ronald Ramos, contra Michael Arango, y contra Ardin Diale. De pronto fue triturado por Brian Viloria en una siguiente pelea en Honolulu, y no volvió a dar una noche buena. No puede ser, pero, sobre todo, no debe ser. Nadie deja de ser el que era en seis meses sin que haya un motivo.
La frecuencia con que boxeadores mexicanos viajan a Oriente y pierden, comienza a ser desesperante. Hay varios casos de derrotas allá contra rivales con los que no perdemos en otro lado, lo que hace pensar que el problema es la adaptación al horario. El viajar a trece o a quince husos horarios adelante hace que se alteren los ritmos circadianos, la costumbre del cuerpo humano de hacer determinadas actividades rítmicamente a determinadas horas: dormir, despertar, alimentarse, alcanzar el rendimiento óptimo a tal o cual hora del día. Si usted o yo fuéramos a Filipinas, a Corea, a Tailandia, a Japón, tardaríamos varios días en regularizarnos para no estar dormidos de día y despiertos de noche. Imagínese lo que esto significa para un boxeador que va a dar y a recibir golpes homicidas y que necesita garantizar su mejor rendimiento para no perecer. Erigiéndome en rábula honorario, un día le expliqué al Archi Solís que no debía viajar sólo siete días antes de la pelea (con Brian Viloria) a Manila, porque para empezar el viaje dura dos días. Si el avión despega en México un sábado, en Manila ya es domingo, y con suerte el vuelo llega el lunes. Me respondió que “veinte horas pasan rápido, no hay problema”, refiriéndose a la duración del viaje porque no comprendió ni vagamente mi exposición de que el mundo se invierte. No me burlo de él, no está obligado a saberlo todo, los seres humanos nos parecemos mucho por lo que ignoramos, no por lo que sabemos. Pero lo que sí está obligado a hacer como campeón del mundo, es a formar un equipo que lo prepare y lo proteja al más alto nivel. No hace falta decir que en la pelea fue un guiñapo, un hombre física y moralmente abatido que esa noche sin bendiciones regaló el título minimosca porque apenas podía armar la guardia.
 
La mayoría de los especialistas asegura que la permanencia en destino para lograr una buena adaptación es de un día por huso horario transgredido. Los husos que nos separan de Filipinas, por ejemplo, son trece.
Lo que les sucedió el sábado a Niño y a Miranda les sucedió al Gusano Rojas contra Suriyan Sor Rungvisai en fecha reciente, a Mauro Gutiérrez contra Takahino Ao, a Giovani Segura y al Pingo contra Brian Viloria, a Edgar Sosa contra Pongsaklek (cierto es que el zurdo Pongsaklek parecía un campeón invencible, pero perdió cinco meses después contra el ignoto Boy Jaro), y a Hugo Cazares que perdió una pelea en Japón aunque su balance de presentaciones allende los mares es bueno. ¿Quién me puede explicar cómo Giovani Segura hizo lo que hizo en Puerto Rico despedazando al otrora imbatible Iván Calderón, para tiempo después contra Brian Viloria transformarse en alguien más inofensivo que el agua al tiempo? Es indudable que entre un Giovani y el otro vemos a dos boxeadores diferentes, a dos seres humanos distintos, observamos dos actitudes que no tienen nada que ver entre sí y que producen resultados un día gloriosos y otro día catastróficos.
Hubo otros tiempos, en los que en Oriente alguna vez se perdía, como es natural, pero se escribían con frecuencia historias hazañosas que cada vez parecen más distantes. Rodolfo Martínez le ganó a Hisami Numata y a Venice Borkorsor, Miguel Canto le ganó a Shoji Oguma y a Kimio Furezawa, Ricardo Arredondo le ganó a Apolo Yoshio, Ricardo López le ganó a Kimio Hirano y a otros varios, Gilberto Román le ganó a Kongtoranee Payakarum, José Luis Bueno le ganó a Sungkil Moon, Gabriel Bernal le ganó a Koji Kobayashi, José Becerra le ganó a Kenji Yonekura, Rubén Olivares le ganó a Kazuyoshi Kanazawa, Daniel Zaragoza le ganó a Tsuyoshi Harada y si usted me lo pide le doy otros cien ejemplos.
Si está a la vista que se puede ganar como visitante, entonces, lo que sigue es querer hacerlo, y ejercitar las estrategias necesarias. La primera es que quien viaja a las antípodas lo haga con los veinte días de anticipación que se requieren para procesar vivir en el tiempo de ellos, y sin el peso del mundo al revés que significa no haber hecho la imprescindible adaptación.
Menciono enfáticamente que si Omar Niño llegaba a los doce rounds, lo esperaba la tarjeta de un juez filipino que obsequiosamente la OMB puso en su pelea sin la presencia de un juez mexicano en contrapeso. Cierto es que Juan Manuel Márquez tuvo un juez mexicano contra Fedchenko, en México, sin que hubiera uno ucraniano para abonar al sentido de justicia que debería prevalecer. Así es como compensa la OMB y también los otros organismos, una pelea con otra pelea, lo que hace que el procedimiento sea injusto en los dos casos. Hace pocas semanas sufrimos que el Siri Salido fuera a Puerto Rico a pelear contra Juanma López con un réferi y un juez puertorriqueños. No toda la culpa es de Paco Valcarcel, sino del desorden que prevalece. Como Nevada pone sus jueces, ya muchas comisiones hacen lo mismo (Puerto Rico, Filipinas). Los jueces con la misma nacionalidad de los boxeadores votan por su compatriota. La estadística muestra que es así en más del 95 % de los casos, de manera que no me vengan con que hay que confiar en que son señores muy honestos. La buena regla de jueces neutrales que se logró con el CMB en los años ochenta, ya no existe. En algunas cosas el boxeo avanza… hacia atrás.
Quizá los malos días (y las malas noches) obedecen a la sentencia homérica de que los dioses tejen desdichas para que a las futuras generaciones no les falte algo que cantar, pero no ha de haber malos días sin que sean sucedidos por otros mejores.
“Lo que sigue para Brian Viloria es una pelea unificatoria con Tyson Márquez -dijo a la prensa su manager Gary Gittelsohn inmediatamente después de terminada la pelea- aunque eso será cuando concluya la luna de miel que el campeón le debe desde hace dos años a su esposa Erika y que comienza mañana con el viaje que los dos emprenden a Europa”.
El boxeo, como la vida, es de claroscuros.
columna publicada en CENTRAL DEPORTIVA del diario El Universal el lunes 14 de mayo

miércoles, 9 de mayo de 2012

Canelo vs Mosley

Ha sido Mosley la prueba de fuego para el joven Saul Alvarez?, en mi opinión no.Sugar ya no es ni la sombra de lo que un dia nos dejaba a todos con ganas de verlo otra vez. No cualquier boxeador se gana el apodo de "Sugar", pero como todo en la vida, tendría que tener fecha de caducidad, ya que hoy Mosley puede tener muchas cosas pero nada de Sugar.
Volviendo a Canelo. Como os he comentado, creo que aun no ha demostrado lo que vale. Hasta ahora se a enfrentado a gente como Kermit Cintron, Alfonso Gomez, Matthew Hatton, Carlos Manuel Baldomir y en esta ultima ocasion a un Shane Mosley que debería plantearse muy seriamente su retirada del boxeo.
Son muchos los aficionados que opinan ( al igual que de Chavez Jr. )que es un campeon de cartón, que sus títulos han sido "comprados". Yo tanto como eso no diría, pero esta claro que su carrera está siendo muy bien direccionada, usando a gente con nombre pero en su ultima fase en el boxeo. Esto no es nada nuevo y lo hemos visto anteriormente.
Pero, quiero pensar que con el tiempo, el Canelo dará buenos combates y grandes victorias. No olvidemos que es muy joven, tiene ganas y voluntad.
Como dice el refrán..."Tempus edax rerum" vamos que "El tiempo pone a cada uno en su sitio".
Veremos donde podrá llegar este joven boxeador


lunes, 7 de mayo de 2012

cotto vs floyd mayweather





 

Quiero añadir algo que publique en el muro de Boxing is Life para aquellos que tanto hablan...
Bueno, hoy parece que soy el defensor de Floyd, da la sensacion que es mi favorito, y podria serlo, pero no.Lo que pasa es que me cansa oir siempre que si esto, aquello, que no da duro (la cara de cotto hoy no reflejaba eso), que si es un g...allina(viendo con quien ha peleado hasta ahora)...pues aqui dejo esto que tod@s sabemos pero muchos no quieren reconocer...

151 Miguel Cotto
154 37-2-0

2011-09-17
146½ Victor Ortiz
147 29-2-2

2010-05-01
146 Shane Mosley
147 46-5-0

2009-09-19
146 Juan Manuel Marquez
142 50-4-1

2007-12-08
147 Ricky Hatton
145 43-0-0

2007-05-05
150 Oscar De La Hoya
154 38-4-0

2006-11-04
146 Carlos Manuel Baldomir
147 43-9-6

2006-04-08
146 Zab Judah
145½ 34-3-0

2005-11-19
147 Sharmba Mitchell
145¼ 56-4-0

2005-06-25
139 Arturo Gatti
140 39-6-0

2005-01-22
139 Henry Bruseles
138¾ 21-2-1

2004-05-22
140 DeMarcus Corley
140 28-2-1

2003-11-01
135 Phillip Ndou
134½ 31-1-0

2003-04-19
134 Victoriano Sosa
134 35-2-2

2002-12-07
134 Jose Luis Castillo
135 46-5-1

2002-04-20
134 Jose Luis Castillo
134½ 45-4-1

2001-11-10
129½ Jesus Chavez
129½ 35-1-0

2001-05-26
130 Carlos Hernandez
128½ 33-2-1

2001-01-20
130 Diego Corrales
130 33-0-0

2000-10-21
134 Emanuel Augustus
134 22-16-4

2000-03-18
130 Gregorio Vargas
130 40-6-1

1999-09-11
130 Carlos Gerena
130 34-2-0

1999-05-22
130 Justin Juuko
130 33-2-1

1999-02-17
130 Carlos Alberto Ramon Rios
129 44-2-1

1998-12-19
130 Angel Manfredy
130 25-2-1

1998-10-03
130 Genaro Hernandez
130 38-1-1

1998-06-14
130 Tony Pep
132 39-6-0

1998-04-18
130¼ Gustavo Fabian Cuello
130¼ 20-7-0

1998-03-23
133 Miguel Melo
133 8-1-0

1998-02-28
130 Sam Girard
132 17-4-1

1998-01-09
132 Hector Arroyo
133 16-4-2

1997-11-20
130 Angelo Nunez
133½ 14-11-3

1997-10-14
133½ Felipe Garcia
130 14-18-1

1997-09-06
131 Louie Leija
132 18-3-1

1997-07-12
130½ Jesus Chavez
130 1-13-1

1997-06-14
132 Larry O'Shields
131¾ 12-3-1
1997-05-09
129½ Tony Duran
133 12-15-1

1997-04-12
132 Bobby Giepert
133 19-8-0

1997-03-12
132 Kino Rodriguez
130 9-9-2

1997-02-01
133 Edgar Ayala
131

1997-01-18
130 Jerry Cooper
129½ 6-3-0

1996-11-30
131 Reggie Sanders
132½ 1-1-0

1996-10-11
131 Roberto Apodaca
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viernes, 27 de abril de 2012

titulos que no adornan


Publicado 23rd abr 2012
Publicado por Lamazon


                                             Por  Eduardo Lamazón


   El sueño de todo boxeador es llegar a campeón del mundo, siguiendo la humana tendencia al peldaño superior. Algunos pueden, otros no están dotados para tanto. El título mundial es el nicho sagrado. Ahí apuntan los esfuerzos y los desvelos, ahí convergen el culmen y el resultado perfecto, ahí anida la suma realización. Nadie debería manchar el anhelo más sagrado e irreprochable de los hombres del ring. Pero no es así, y con tristeza asistimos cada día más a la oferta obscena de títulos que confunden y deshonran –más que premiar—a sus depositarios.

   Durante cien años hubo en el boxeo ‘campeón del mundo’, que no se comparaba con otra cosa ni empujaba a nadie a preguntar qué cosa era serlo, o qué diferencia tenía con otros campeonatos que hoy nos abruman: campeones etiquetados fecarbox, internacional, juvenil, fedelatin, norteamérica, fecombox, paba, naba, nabf, fedecentro, fedebol, fedecaribe, cabofe, eba, OPBF, europeo, asia-pacífico, nabo y otros veinte. Lo peor es la existencia de supercampeones, campeones interinos y campeones en receso.




   La palabra campeón no puede tener superlativo. El campeón es el mejor, y ponerle encima una figura llamada ‘supercampeón’ es una humillación para aquél, que creía haber llegado a donde no hay más lejos.

   Sin embargo, pocos se rebelan contra este insensato estado de cosas. Cuando algún aficionado de esos que se dan en pureza me pregunta por qué el boxeo está así, suelo contestarle que porque todos así lo quieren, como si se tratase de un culto universal sin apóstatas. Los muchos títulos convienen a los organismos rectores, a los promotores, a la televisión, a los manejadores, a los periodistas y a los propios boxeadores. El que no puede ser campeón de un buen organismo, es seguro que puede serlo de otro. Todos piensan en cuánto van a ganar, y los pretendidos honores de antaño, el orgullo y la dignidad de competir, son ridículas antiguallas.

   ¿Cómo, cómo, cómo alguien que tenga un respeto mínimo por la honorabilidad de la actividad deportiva puede llamarle a algo ‘título interino’? ¿Qué es un título interino? ¿Alguien puede ser ‘novio interino’, ‘padre interino’, ‘hijo interino’? ¿Nos gustaría recibir amistad o lealtad o fidelidad ‘interinas’? ¿Esta columna puede ser ‘interina’? ¿O puede publicarse debajo de otra que sea una ‘supercolumna’ que la humille relegándola a un evidente segundo lugar? Eso, que es una porquería, pero que llaman título interino, vale menos que una corcholata. Es un timo, que se comete con culpa del timador, y con más culpa del timado.

   Imagínese esta conversación, de una pareja:

-¿Me amas?
-Sí, de manera interina.

   No es otra cosa, es lo mismo. Es dar bienes adulterados.

   No hay en el boxeo nada más obvio que la insignificancia de todos estos títulos menores que sólo tienen un valor negativo, porque hacen daño: confunden, no premian (como debería ser la intención de un título a un señor campeón), y quitan importancia a lo que realmente la tiene. Hace mucho que el público ya no exclama con admiración porque dos vayan a disputar tal o cual título, porque el título ha dejado de importar. El aficionado se concentra en los nombres de los que pelean. Las peleas de Manny Pacquiao contra Ricky Hatton, Oscar De la Hoya, Marco Barrera (las dos), Jorge Solís, Erik Morales (las tres), Oscar Larios y Héctor Velázquez no fueron por ningún título mundial. Antes, el título hacía grande a un boxeador, eso era antes.

   ¿Cómo era hace cincuenta años cuando no había este vil desorden institucionalizado? Los títulos que existían eran, en primer lugar, casi inalcanzables para los boxeadores, como debe ser. A continuación, un boxeador debía hacer carrera por el título nacional, después por el de Norteamérica y después por el mundial. Así de fácil y así de serio el desafío. Había claro títulos locales o estatales, pero no interferían, porque nadie habría de confundir a un ‘campeón de Nuevo León’, con un campeón mundial.

   El círculo vicioso es deplorable: la televisión pide títulos, para que las peleas puedan transmitirse. Los organismos entregan cualquier cosa, y al campeón barato que obtienen de estas disputas, lo clasifican, con lo que también echan a perder las listas mundiales. Si un mediocre le gana a otro mediocre lo que se obtiene es un mediocre mal llamado campeón. Hay niveles, hay mejores y peores, por eso hay campeones. Pero si los hacemos campeones a todos, a todos los abaratamos. El moralista francés Joseph Joubert dijo bien hace doscientos años que la abeja y la avispa liban las mismas flores, pero no obtienen la misma miel. Con todo, lo peor… lo peor ¿sabe qué es? Que haya quien compre baratijas a mercachifles. Ojalá que no seamos usted o yo, claro. No permita que le vendan espejitos. Confórmese sólo con lo mejor.

artículo publicado en CENTRAL DEPORTIVA del diario El Universal de México el 23 de abril de 2012

jueves, 26 de abril de 2012

COMIENZOS DEL BOXEO EN AMÉRICA







La mayor popularidad de la que gozaba el boxeo en Inglaterra, unida al hecho de que las peleas en Estados Unidos eran ilegales, propiciaron el lento desarrollo del boxeo en Estados Unidos.
La primera pelea de la que se tiene noticia fue la celebrada entre Jacob Hyer y Tom Beasley en 1916 con victoria para el primero. En los siguientes años no se tienen apenas noticias sobre la existencia de combates organizados, siendo, curiosamente el hijo de Jacob Hyer, Tom, quien tras derrotar a "Country" McClusky, fue reconocido como el primer campeón de Estados Unidos.
Es, sin embargo Zacarías Molineaux, el padre del célebre Tom Molineux, quien ha sido considerado como el primer púgil norteamericano. El registro de Filadelfia de 1788 dice de él lo siguiente:
"Zacarías Molineux, esclavo de Virginia, que luchó con los coloniales en las paladas hostilidades con Inglaterra, fue llamado a responder ante los tribunales el último viernes, acusado de atropello en la persona del denunciante, Silas Freeman, y por haber intervenido en un combate de boxeo, turbando el orden público.
Molineux, cuya lealtad a los coloniales fue reconocida por el tribunal, fue puesto en libertad, tras una breve amonestación. Es conocido en Virginia como el negro que ha batido a más rivales en la lucha.
Este héroe de la guerra era el mejor pugilista de Virginia y pertenece a una familia que se distingue por su habilidad en el arte de boxear
Antes de recobrar la libertad, Zacarías prometió no volver a pelear más que en combates públicos
".
Pese a todo, el primer combate importante de la historia de Norteamérica fue el celebrado entre Burke y Sam O’Rourke, con victoria para el primero y cuyos pormenores ya han sido descritos en el capítulo anterior.
Entre los nuevos púgiles que iban surgiendo en Estados Unidos cabe mencionar a John Morrissey, "Yankee" Sullivan, Lew Baker, Tom Hyer, Bill Poole, famoso este último por su brutalidad en las peleas callejeras.
La historia cuenta, que en un enfrentamiento callejero, Tom Hyer propinó una fuerte paliza a "Yankee" Sullivan (no confundir con John L. Sullivan, que será objeto del último capítulo y a quien nadie hubiese sido capaz de partir la cara en ningún lugar, calle o ring). Eso motivó un desafío de Sullivan a Hyer para combatir en un ring por el título de campeón de América. El lugar escogido para el combate fue "Pool’s Island", en Maryland. El combate está rodeado de anécdotas entre las que cabe mencionar la más célebre que relata Nat Fleischer del siguiente modo:

"La policía , que había tenido noticias del proyectado combate, envió desde Baltimore una brigada de agentes para impedir que éste se llevara a cabo. Después de tomar tierra, la policía rodeó la casa donde Hyer dormía. Despertóse éste al ruido de las pisadas de los agentes, dándose cuenta del peligro. Sin vacilar ordenó a su entrenador, George Thompson que se metiera en el lecho. Luego arrastrándose silenciosamente, consiguió escapar. Un poco más tarde Hyer embarcaba en uno de los botes donde aguardaban el nuevo día los aficionados que iban a presenciar el combate.
La policía entró en la habitación que acababa de abandonar el boxeador y al encontrar a George Thompson, que era un hombre de aspecto atlético, acostado en la cama, no dudaron un momento que se trataba de Hyer. Thompson fue detenido inmediatamente por los guardias que cumplida esta misión se encaminaron al lugar donde Sullivan se hallaba albergado.
Yankee, al encontrarse de improviso con la policía tuvo una idea y volviéndose a su entrenador, Tom O’Donell, lo empujó hacia la puerta gritándole al mismo tiempo con fingida alarma '¡Corre, Sullivan, corre y escapa!'.
Los guardias -
continúa Fleischer - cayeron en la trampa y corrieron detrás del fugitivo que opuso una convincente resistencia antes de dejarse apresar. Entretanto el verdadero Sullivan conseguía escapar, y al igual de Hyer, corrió hasta la playa, donde lo recogió el otro bote, llevándole con el resto de los excursionistas. La lancha de los policías que salió en persecución de los fugitivos, encalló en una roca y allí tuvieron que permanecer largo rato, tratando de hacer salir a la embarcación del escollo, en tanto los dos botes perseguidos navegaban viento en popa… "

Lo cierto es que el combate se celebró y la victoria - al igual que en el combate callejero - volvió a ser para Hyer en dieciséis asaltos, con el resultado de una "ligera fractura de cráneo" para Sullivan.

Simultáneamente a lo relatado, surge otro futuro campeón, su nombre John Morrissey y su fama se debe no sólo a sus éxitos como boxeador, sino también al hecho de que llegó a ser un reputado político, miembro del congreso de Estados Unidos.

Nació en Templemore, el 11 de febrero de 1831 y la pobreza familiar le obligó a trabajar desde muy joven, frecuentando muy poco la escuela (entre otras cosas, no aprendió a leer ni a escribir hasta los dieciocho años). Sus condiciones atléticas se pusieron muy pronto de manifiesto pues a la edad de quince años era considerado como un gran luchador, lo que se puso de manifiesto en repetidas ocasiones, como en la siguiente anécdota relativa a la época en que Morrissey trabajaba en un establecimiento de bebidas llamado "Troy saloon" (Troy era la ciudad donde vivía). El mencionado Fleischer menciona una anécdota relacionada con cuatro compañeros de Heenan (John C. Heenan el posterior y célebre campeón) que entraron en el local en el que prestaba servicios Morrissey:

"Una noche, cuatro compañeros de Heenan entraron el Salón de Hamilton, donde Morrissey prestaba sus servicios, y después de ingerir numerosas bebidas, se negaron a pagar la cuenta. Entonces Morrissey entró en acción y dio una fenomenal paliza al más matón del cuarteto de truhanes, tumbándole por más de la cuenta… mientras, Mr. Hamilton se deleitaba observando el espectáculo. Y cuando en otra ocasión Morrissey derribó con facilidad a Malachi Brennan, un célebre matón de Albany, Hamilton insistió para que su fuerte y hábil dependiente se dedicara al boxeo profesional."

El mismo autor menciona otras anécdotas como la Tom McCann, célebre y sucio luchador que abrasó a Morrissey con carbones ardientes antes de sucumbir ante sus puños en una auténtica exhibición de pundonor, y resistencia al dolor de Morrissey.
Su siguiente combate fue contra George Thompson, compañero y amigo de Tom Hyer, a quien derrotó por abandono en el asalto número 11. Morrissey buscando mayor reconocimiento trató de enfrentarse a Hyer, aunque sin éxito, con lo que optó por desafiar a "Yankee" Sullivan, al que derrotó -si bien es cierto, que muy ayudado por el público, que entre otras cosas invadía constantemente el ring y llegó a cortar las cuerdas- en el asalto número treinta y siete. Con esta victoria Morrissey fue proclamado campeón de América.
Entonces es cuando aparece en escena un antiguo enemigo de Morrissey, igualmente vecino de la ciudad de Troy, su nombre John C. Heenan, más conocido como "el chico de Benicia". Ambos se enfrentaron dos veces. En el primero de los combates la victoria fue para Morrissey (Heenan se había fracturado la mano tras golpear uno de los postes), en el segundo venció Heenan.
Posteriormente Morrissey se retira del boxeo y se dedica a la política, siendo elegido en 1870 miembro del congreso y designado por el senado para la reforma del sistema de ingresos públicos. Falleció en 1878 a los cuarenta y siete años de edad.


TOM SAYERS

Pese al título del capítulo, los inicios del boxeo en América, hay que volver a hacer referencia a un púgil Inglés, a un extraordinario púgil que a lo largo de su carrera sufrió una sola derrota, Tom Sayers.
De pequeño tamaño (pesaba solo sesenta y tres quilos) Sayers, como veremos, llegó a pelear en el peso pesado, y no sólo llegó a pelear, sino que ha pasado a estar considerado, gracias a sus absolutamente extraordinarias facultades, como uno de los grandes púgiles de la antigüedad, junto a Mendoza o Broughton.
Nacido en Brighton el 25 de mayo de 1828 en el seno de una familia de escasos recursos, lo que le obligó a trabajar desde los siete años remolcando embarcaciones y posteriormente de albañil.
Tras descubrir sus extraordinarias facultades para el pugilismo, decide -las fuentes no coinciden en relación a la edad para unos a los veinte, para otros a los veintidós- dedicarse al boxeo profesional. Hizo muchos combates entre los que cabe mencionar los que le enfrentaron a Aby Couch, Dan Collins, Jack Martin, y a Nat Langham, este último por el campeonato del peso medio donde sufrió la primera y última derrota de su carrera. Posteriormente derrota a George Sims, Harry Poulson, Aaron Jones, Bill Perry etc, la mayoría de los cuales ya fueron dentro del campo de los pesos pesados.
Mientras tanto y coincidiendo con la retirada de Morrissey, comenzó a prepararse uno de los más célebres combates de la antigüedad, el que enfrentó a Sayers con Heenan.
Volviendo de nuevo a la información proporcionada por Nat Fleischer, hay que decir que ningún combate había producido nunca tanto interés como este. Periódicos como el "Spirit of the Times" de Nueva York, o el "Illustrated Weekly", de Frank Leslie habían enviado periodistas para cubrir la pelea, relevantes figuras de la literatura y el arte estuvieron presentes. Se trata del primer combate mencionado en un lugar preferente de los distintos periódicos.
El combate es descrito por Fleischer de la siguiente manera:
"El combate comenzó a las siete y media de la mañana del día 17 de abril de 1860. Había gran diferencia física entre Heenan, que medía 1’83 metros y pesaba ochenta y ocho quilos, y Sayers, de 1’72 metros y sesenta y siete quilos de peso. Pero el inglés se sentía respaldado por la confianza que sus compatriotas tenían en su victoria.
Las apuestas de los pocos americanos que se encontraban allí fueron aceptadas con avidez. Había también muchos ingleses, que sin dejarse llevar por sus sentimientos para enjuiciar el combate, hicieron fuertes apuestas a favor de Heenan.
Sayers comenzó la pelea asestando hábiles y duros puñetazos con la izquierda a su adversario, continuando con una apretada serie de golpes magistrales que fueron lo mejor de la lucha. Pero el robusto americano, utilizando su corpulencia y su enorme fuerza como sus mejores armas de combate, derribó a Sayers en el segundo, tercero, cuarto y quinto asaltos. En el sexto, Sayers paró un puñetazo con su antebrazo, tan fuerte, que le fracturó el hueso de éste, no pudiendo volver a emplear el brazo lesionado durante el resto del combate. A pesar de los dolores que le produjo este accidente, Sayers, que era siempre un gran estratega, comprendió rápidamente que su única esperanza de lograr la victoria sobre su antagonista consistía en atacar a éste en los ojos. Comenzó a seguir este plan con considerable éxito, logrando cerrar el ojo derecho de Heenan en el séptimo asalto. Heenan, que continuaba atacando con dureza, volvió a derribar a Tom.
En el octavo asalto, la mano izquierda de Heenan quedó tan inutilizada como la derecha de Sayers, rompiéndose un hueso contra la dura cabeza de su antagonista. No obstante Heenan siguió luchando, sin que por su parte Sayers dejara de emplear su táctica de castigo en los ojos del americano.
Durante veinte minutos continuaron boxeando sin una pausa. Heenan señaló claramente una serie de golpes bajos, entre el noveno y el decimocuarto asalto, pero el americano estaba ya casi completamente cegado. En este punto la incógnita principal sobre el desenlace del combate consistía en adivinar si Sayers, exhausto y con el brazo derecho roto, podría resistir hasta que el americano, cegado y con un brazo fracturado, se viera obligado a rendirse.
En el asalto número treinta y siete surgió un conflicto entre la policía y la exaltada y vociferante multitud, pues contrariamente a la que siempre había sido correcta actitud del público británico, esta vez los ánimos estaban tan excitados que trataron de oponerse a que los agentes se abrieran paso hasta el ring.
En aquel preciso instante Heenan, que acababa de arrojar a Sayers contra las cuerdas lo tenía tan fuertemente cogido como en un círculo de hierro y el inglés parecía estar a punto de desmayarse. Una mano desconocida cortó entonces las cuerdas y la multitud invadió el ring.
Todavía los dos adversarios continuaron boxeando, a pesar de que el árbitro ordenó suspender el combate ante el escándalo que se había organizado. En el asalto treinta y siete el mismo árbitro tuvo que abandonar el ring. De a cuerdo con las normas del Reglamento de Londres, una caída marcaba el final de un asalto, y Sayers y Heenan, no obstante, siguieron luchando durante cinco asaltos más, si bien oficialmente el combate terminó en el round número treinta y siete, después de dos horas y veinte minutos de dura batalla, habiéndose homologado el match como combate nulo.
"

Como consecuencia del desenlace, tanto la prensa de Estados Unidos como la de Inglaterra opinaron que el resultado había beneficiado a su oponente, considerando que de no haberse producido el corte de las cuerdas, su compatriota hubiese resultado vencedor.

Sea como fuere, la verdad, es que se trata del primer combate que mantuvo en vilo a más de una nación. Heenan, cuando regresó a Nueva York fuer recibido por la mayor muchedumbre que hasta ese momento había recibido jamás a un deportista llegándose a efectuar una fiesta en su honor.
Durante los años posteriores, los púgiles que ostentaron los distintos campeonatos fueron de menor importancia histórica, pudiéndose destacar entre todos ellos a Jem Mace que destacó por su técnica, así como a Paddy Ryan. Todos parecieron preparar el terreno de un boxeador verdaderamente importante en la historia del boxeo, de un hombre que podría colocarse al lado de Dempsey, Johnson, Louis o Clay, que ha sido considerado por muchos como el más grande de los pesos pesados. Su nombre: JOHN L. SULLIVAN.

Texto de Boxeo7 año 2001
Sherlock

viernes, 20 de abril de 2012

Márquez vs Fedchenko - fullfight



La Arena Ciudad de México mostró su mejor imagen y demostró por qué está a la altura de un Madison Square Garden en Nueva York o la Arena O2 de Londres, para la pelea entre el mexicano Juan Manuel Márquez y el ucraniano Sehriy Fedchenko, al agotar casi por completo las localidades del evento, además de presumir la mejor pantalla de LEDs en América Latina.


jueves, 19 de abril de 2012

El Triste Final de Rocky Lockridge

 Internet, un arma de doble filo, podemos encontrar buenas y malas cosas. Por suerte, ami me ha servido para conocer a gente a la que le gusta tanto o mas que ami el boxeo.Entre ellos esta Rolando Balbontin, un hombre que podria escribir un libro de biografias de boxeadores...este hombre sabe de todo :-)
Aqui os dejo uno de sus textos (el mas corto que ha escrito).

En los mediados de los ´80, década prolifera en buenisimos púgiles, el nombre de Rocky Lockridge era uno de los más respetados.



Nacido un 10 de Enero de 1959, se inició en el boxeo profesional a los 19 años cuándo en su debut derrota a Tony Reed por kot 2.

Tuvo una seguidilla de triunfos que lo llevaron de manera invicta a enfrentar a la leyenda del boxeo panameño Eusebio Pedroza, por el Titulo Mundial de las 126 libras versión A.M.B.

Aquel combate fue cerrado,y Pedroza se llevó una decisión dividida, ganado para muchos en forma justa, demostrando más oficio durante los largos y agotadores 15 rounds. Muchos vieron en la derrota de Lockridge falta de experiencia en este,pero se esperaba que con el correr de los años se consolidará como Monarca Universal.

Un año cuatro mese más tarde, seria el boxeador boricua Juan Laporte quien le provocaria su primera y única derrota por ko, aún asi,Rocky no se amilana, logra hilvanar nueve triunfos de manera consecutiva y de esta manera la tan ansiada revancha con Pedroza.

Esta llegó el 24 de Abril de 1983 en Italia. Lamentablemente para Lockridge, Pedroza era un tipo demasiado ducho para él, y se llevó otra vez la victoria, esta vez en fallo unánime.

Viendo que sus posibilidades en la categoria Pluma se habian acabado, decide subir a las 130 libras, donde logra coronarse Campeón Mundial el 26 de Febrero de 1984 cuándo derrota de manera inapelable a Roger Mayweather por ko al primer round.

Realiza dos defensas de su corona hasta que Wilfredo Gómez se la quita en una cerrada decisión dividida.



Entre los grandes rivales de Lockridge se cuenta nada más y nada menos, que Julio Cesar Chávez quien lo gana en fallo mayoritario un 3 de Agosto de 1986.Como vemos salvo Laporte, los demás vencedores de Rocky debieron batallar para derrotar a este púgil.

Rocky Lockridge se coronaria nuevamente Campeón Mundial SuperPluma, cuándo el 9 de Agosto de 1987 vence a Barry Michael por kot 8.

Al igual que la vez anterior hace un par de defensas de su corona para dejarla escapar en su tercera defensa, esta vez seria Tony López quien lo dejaria sin su Cinturón Mundial.

De aqui en adelante todo seria nefasto para este buen boxeador, ya que una incipiente adicción a la cocaina empezaria excavar en lo más hondo de su ser.

Su enfermedad primero lo dejó sin su matrimonio, ya que su mujer lo abandonó.Es en ese momento en que la adicción se incrementa quedando en bancarrota...sin dinero ni siquiera para drogarse, decide volver a boxear...sólo con el fin de obtener droga.

Diversos problemas lo llevaron primero a prisión, y luego a la calle, en donde vive actualmente, como un vagabundo más.



Triste final para un doble Campeón del Mundo, que de tenerlo todo pasó a no tener nada.

Este tipo de hechos veridicos debiesen conocerlos los boxeadores jovenes para que tengan los pies bien puestos sobre la tierra.
No puede ser que tanto boxeador se pierda en la droga o el alcohol...Me pregunto si algún organismo alguna vez ha hecho algo por alguno de estos deportistas que tantas alegrias dieron en su momento.








Texto :  Rolando Balbontin
Boxing is life