martes, 27 de septiembre de 2011

La concentración y el boxeador

¿A QUÉ TIENE QUE ESTAR ATENTO UN BOXEADOR PARA MAXIMIZAR SU RENDIMIENTO?



Cuando no pienso lo que hago, es que hago lo que pienso”.
Esta cita del psicólogo experto en concentración R. N. Nideffer recoge perfectamente su pensamiento de que la peor cosa que puede suceder en una situación de ejecución de movimientos en competición es que el atleta piense demasiado, por eso nuestra labor es ayudar a la gente a actuar en los niveles más altos de rendimiento deportivo, mediante la reducción del pensamiento consciente que deben poner en ello... a reaccionar “instintivamente”.

Es una de las variables psicológicas más socorridas para explicar el éxito o fracaso de un deportista en una competición, y sin embargo, pocos entrenadores saben a qué se refieren y cómo se trabaja su mejora.

La ATENCIÓN es el proceso que utilizamos para percibir de forma consciente el mundo interno y externo. Ahora mismo, mientras leéis el artículo, los sentidos están procesando todo tipo de información que para vosotros es inconsciente (visual, auditiva, táctil.. etc) porque estáis pendientes del artículo, gracias al proceso atencional. En este caso, vuestro FOCO DE ATENCIÓN es externo y reducido y es fundamental para entender estas palabras.

Puede que el artículo te resulte tan interesante que mientras lo lees permaneces absorto en el texto y ajeno a lo que te rodea, te sientes bien y cuando terminas de leerlo, a pesar de que transcurrió media hora, a ti te parecieron cinco minutos. Si tienes esa percepción, puedes decir que te has concentrado en el artículo.

Si prestas ahora atención a lo que sientes en tu barriga, el foco atencional cambia (interno y reducido) y pierdes la concentración de lo que estás leyendo con lo que tu rendimiento –definido en este caso por la capacidad de entender este capítulo- baja.

Por tanto, lo primero que debemos conocer son las posibilidades de nuestra atención (los “FOCOS”), y que la CONCENTRACIÓN es la ATENCIÓN SELECTIVA E INTENSA. Esto quiere decir en otras palabras, que si no estoy atento a lo relevante de una tarea, nunca podré concentrarme significativamente en ella.

Por qué es tan importante el control de la atención en el aprendizaje y rendimiento deportivo:
A mayor atención (concentración) mayor capacidad de reacción y mejor rendimiento. Centrar la atención en una tarea, reduce la ansiedad, ya que es imposible sentirse preocupado y centrar la atención en la tarea al mismo tiempo. Aumenta la confianza del atleta en si mismo, en sus posibilidades de llevarla con éxito.

De suyo la atención que muestra un alumno hacia una tarea es un buen regulador del aprendizaje y el rendimiento del mismo. Si el boxeador está aburrido –confiado, distraído-, o muy nervioso –angustiado, ansioso-, o muy cabreado –rabia, cólera-, la atención fluctuará, la concentración cederá y con ella el aprendizaje y rendimiento deportivo se verá perjudicado.


 Tyson de un mordisco  le arranca un cacho de oreja a Holyfield
“Yo no pensaba en el boxeo cuando lo mordí. No me preocupaba el boxeo. Está mal lo que le hice, muy mal. Me volví como loco”

Primera variable a controlar: Conocer y explicar a los boxeadores los tipos de atención (Focos):
Cuando un boxeador está en el ring su atención puede estar EN LA PERSONA, en lo que está sintiendo, en las sensaciones físicas que le suministra su cuerpo –su cansancio en los brazos o piernas, una molestia física concreta-, o pensando –una obsesión con cansarse, pensamientos negativos sobre su actuación deportiva.-

Este “FOCO INTERNO” puede ser a su vez “AMPLIO” o “REDUCIDO”. Es amplio cuando está atento a muchas cosas en general pero a ninguna en particular, en otras palabras “se le va la olla”, y es reducido cuando su mente está ocupada por un solo pensamiento “me voy a cansar”.

También su atención puede estar EN EL ENTORNO DEPORTIVO, en los movimientos que hace su rival para anticipar sus acciones, indicaciones de la esquina propia o de su contrincante, el árbitro, los gritos del público... etc. Igual que en el caso anterior, será “AMPLIO”, cuando está atento a varias cosas al mismo tiempo (al rival, al árbitro, a la esquina, al público...), y es “ESTRECHO” cuando está atento a algo concreto (un movimiento del rival, un hueco para ejecutar un ataque).

Si conseguimos mantener nuestra atención en el foco externo durante la competición, un foco restringido en la zona de competición y en lo que sucede allí, significa que “estamos en juego”, estamos concentrados en él, y no nos enteramos de nada más.
Por tanto, un alumno puede estar atento básicamente a cuatro focos, pero eso no nos sirve si no sabemos para cada tarea concreta que tipo de foco preferente necesitamos y dentro de cada foco a que estímulos tenemos que estar atentos para maximizar el rendimiento.

Segunda variable: Definir los estímulos relevantes para cada tarea en nuestro deporte.
Tareas de aprendizaje.
Estamos enseñando boxeo, el foco de atención es REDUCIDO: el alumno presta atención a cosas concretas para corregir o mejorar el gesto. Y EXTERNO, ya que el boxeador debe estar atento a los movimientos que hace o debe aprender.

Solamente en aquellos boxeadores de alto nivel, que poseen esquemas cinestésicos de los gestos y movimientos deportivos, la percepción interna muscular de lo que está realizando le indica si lo hace correctamente o comete errores.

Centrar la atención en los componentes de una conducta bien aprendida, desequilibra la actuación, desorganizando la fluidez y coordinación del movimiento. Por el contrario, centrarla en los elementos de una actividad mal aprendida o que acaba de aprenderse, supone una facilitación para la actuación o la corrección del gesto.



El entrenador, por su experiencia, sabe en la enseñanza de cada movimiento que puntos de atención debe controlar en su pupilo para mejorar su aprendizaje: Tanto en tareas de ejecución (apoyo y empuje del pie en el suelo, giro de cadera, hombro, movimiento de codo, rotación de muñeca y posición final del puño), como tareas de percepción (indicadores de inicio del movimiento del rival para anticipar el ataque del tipo movimiento de pies, cadera, posición y movimiento del codo...), o de decisión (tipo de ataque que ejecuta el rival y huecos que deja para realizar contras significativas a zonas vitales: hígado, plexo, pera...)

Para conseguir un mejor ambiente atencional en el aprendizaje, el entrenador debe cuidar que en el gimnasio no haya estímulos distractores para el alumno, cosas que distraigan su interés por la tarea que va a realizar. Debe además distribuir adecuadamente tiempos de trabajo y descanso (la fatiga disminuye el interés por la tarea). Cambiar ejercicios y trabajos, variedad en los medios, ya que la monotonía del entreno produce “inhibición recíproca”, que es un proceso psicológico que disminuye el rendimiento.

Para potenciar la atención de los boxeadores es importante antes de cada sesión de entreno explicar lo que se va a hacer y se espera de cada uno de ellos y al final de la misma evaluar lo que se hizo bien, lo que hay que corregir y dar información sobre la próxima sesión y el progreso de cada boxeador. También las autoinstrucciones aumentan la capacidad de atención de los alumnos.

Tareas de competición.
Si la victoria depende de lo que se hace en la superficie de competición (ring), el foco de atención relevante debe ser EXTERNO. El boxeador que está atento a sus sensaciones corporales, o a lo que se está diciendo “mentalmente” carece de la atención necesaria hacia los movimientos y ataques del rival y no podrá reaccionar adecuadamente (pérdida de timing).

También debe de ser REDUCIDO: el rival, la esquina que da instrucciones y el árbitro con sus órdenes son los únicos estímulos a los que debe estar atento. “Distraerse” durante el combate prestando atención a la grada, se puede pagar muy caro.



Los coachs conocen “intuitivamente” dicho proceso y las instrucciones que se dan en la esquina son un intento de que el boxeador no se distraiga con dichos distractores internos, y externos, ayudándole así a reconocer los indicios relevantes del combate (“huecos del rival”, “táctica según estilo”, “avisos del árbitro o la esquina”... etc).

Los tiempos muertos entre asaltos, son buenos momentos para dar al púgil “autoinstrucciones” que aumenten su capacidad de atención a los estímulos relevantes y de regular el nivel de tensión del boxeador bien “leyéndole la cartilla” si está demasiado relajado, o “tranquilizándolo” si está muy nervioso y “se pierde en el ring”.

Dentro de este foco externo-reducido, la atención del boxeador concentrado fluctúa como un zoom: cuando va a atacar está atento a la totalidad de su rival para descubrir huecos y leer sus intenciones. Cuando una “mano” de adversario intenta impactarle, su foco se estrecha todavía más focalizando la mano que le va a golpear, reconociendo en milésimas de segundo la técnica que le hacen y eligiendo la contra adecuada al hueco y su estilo.

A través del entrenamiento y la experiencia, en combinación con sus capacidades de percepción y ejecución, los buenos boxeadores han aprendido a reaccionar “instintivamente”, sin pensamiento consciente, a “anticipar” los movimientos de los rivales. Cuando actúan así, su rendimiento es máximo.

Tercera variable: El mantenimiento de la concentración va a depender del nivel de tensión de sus pupilos. Si es bajo (ABURRIMIENTO) o alto (AGARROTAMIENTO), ésta no puede mantenerse.
  Hemos dicho más arriba que cuando el boxeador está concentrado, su punto de tensión es idóneo. Con otras palabras: la tarea que tiene delante supone para él un reto y por eso requiere su atención y se la está dando.

Cuando la tarea que va a realizar él la considera muy fácil, o el combate es contra un rival teóricamente inferior y “vamos sobrados”, su tensión baja (“se relaja”), y al no poner todo su empeño en lo que hace, trabajará por debajo de sus posibilidades e incluso puede haber alguna sorpresa (“no se vende la piel de oso antes de cazarlo”).

Mentalmente su atención se “disocia”, “se le va la olla”, está en otro lado. Aquí la labor del entrenador consiste en aumentar su tensión, su interés por la tarea: Si es combate, no confiarse. Si es una tarea de aprendizaje, complicarla con algún elemento nuevo que aumenta su dificultad.

Cuando el reto al que se enfrenta considera que es “imposible” su atención también se ve perjudicada pero por otros motivos. Está muy nervioso, y no controla el foco de atención. En lugar de estar atento a lo externo-reducido, su atención se internaliza y se reduce, dirigiéndose a “sus pensamientos” o “sus sensaciones” que son negativas (del tipo “es muy complicado, no lo haré nunca”, “no voy a conseguirlo”, “me voy a cansar”, “me está esperando y me va a nokear”) y se distrae con ellas aumentando su nivel de tensión (llegando incluso al agarrotamiento) y disminuyendo el rendimiento en la tarea.

La labor del entrenador en este caso, consiste en disminuir su tensión y una vez conseguido este objetivo que se centre en los estímulos relevantes de la tarea. Si es una tarea de aprendizaje, hacer ejercicios “de asimilación” que le ayudan y le aproximan a la ejecución de la técnica o el movimiento. Si va a competir, centrarlo en tareas concretas que sabe hacer y que son relevantes para el rendimiento (“sube la guardia”, “muévete hacia la izquieda”, “jabea”... etc).

Cuarta variable: Existen diferencias individuales en la capacidad de mantener y lograr trabajar con una u otra dimensión de la atención.
Todos los entrenadores saben que hay boxeadores que pelean mejor que entrenan, y al revés. Algunos son buenos contristas, otros atacan con precisión, y algunos tienen una defensa “inexpugnable”. Los hay que pelean bien en veladas de barrio y otros sólo lo hacen magníficamente cuando les observan miles de espectadores.

Estas características individuales en el estilo atencional del boxeador pueden convertirse en su “punto fuerte” o “débil”, según las circunstancias. Imaginemos un boxeador de campeonato del mundo profesional que hace una sesión de guantes con unos púgiles de nivel local. Se confía, no calienta bien, no ve el peligro, no ajusta la guardia. El púgil local está muy nervioso, va a hacer el combate de su vida, es a puerta cerrada y eso le da confianza. Salen, cruzan las manos y el campeón cae. Aquí, en el Campeón, su fuerza (tranquilidad, soportar grandes presiones, boxeo de nivel y recursos... etc) se convirtió en su debilidad. Y en el púgil local, su mediocridad, se dio la gloria. A veces pasa esto, pocas, pero pasa.

( Juanma Lopez era favorito absoluto y fue sorprendido por Salido quien le arrebato el titulo . )

En estos prototipos de luchadores a los que me refiero en el párrafo anterior, la variable psicológica de mayor peso que está actuando es su gusto o dominio de un foco de atención determinado, que correlaciona directamente con la calidad y cantidad de tensión que pueden soportar.

Cuando el boxeador genera mucha tensión (tipo nervioso), competirá mejor en veladas de barrio, con rivales flojos. Defenderá mejor que atacará –le falta precisión- y los combates a largas distancias serán un hándicap para ellos. A este tipo de atletas, que no perdonan a los rivales más flojos, calentamientos suaves, habituales y una dosis de confianza continua por parte de su entrenador –centrada en técnicas o cosas que él sabe hacer-, aumentan su rendimiento.

Cuando el boxeador soporta mucha tensión (tipo tranquilo y seguro), competirá mejor que entrenará. En campeonatos nacionales o internacionales alcanzará más rendimiento. Cuanto más difícil sea el reto, cuánta más gente vaya a verlo, cuánto más pendientes de él estén los medios de comunicación, mejor lo hará. Este luchador, ataca bien, con precisión, es buen contrista y su debilidad es “que se confíe”. Calentamiento enérgicos, y si el combate es fácil dudas por parte de su entrenador exagerando la calidad de su rival, aumentan su tensión y ayudan a su rendimiento. Eso sí, su atención en los estímulos relevantes, que son imprescindibles para alcanzar el rendimiento (“distancias”, “tácticas”, “anticipación de movimientos del rival”, “trayectorias de golpes”, “huecos”... etc).

Quinta variable: Diferentes situaciones de aprendizaje o competición, requieren diversas necesidades atencionales por parte de los boxeadores.
Las preguntas que se debe hacer un entrenador para centrar el foco de atención y la cantidad de información que puede asimilar su pupilo son las siguientes:

Primero: Es principiante o experto.
Segundo: Es nervioso o tranquilo.
Tercero: Vamos a atacar, defender o contraatacar.
Cuarto: Es entrenamiento o competición.
Quinto: El rival es más flojo, igual o mejor que el pupilo.
Sexto: El rival ataca, contra o defiende.

Dentro del FOCO EXTERNO REDUCIDO que requiere el boxeo, las labores de ataque y contraataque requieren un foco más amplio, y una menor cantidad de tensión. Y esto es simplemente por que la cantidad de información que se precisa y la complejidad de la coordinación neuromuscular para alcanzar el éxito en dicha tarea, es mayor que en las labores defensivas.

texto por : Manel Martínez
revisión y edición: Boxing is life

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