Si le pego... ¡lo mato!
Es probable que Jess Willard sea recordado por siempre como el gigantón blanco elegido para tomar la corona que, embadurnada de barro, suciedad, falsas promesas y un fraude escandaloso, accedió a entregársela el odiado Jack Johnson a cambio de una serie de incumplidos ofrecimientos.
Si algo hubo que destacó a este boxeador entre todos los pesos pesados fue su talla. Aunque algunos aseguran que medía dos metros los registros oficiales indican que su altura era de 1,98 marca que ha sido superada por los hermanos Klitschko y ahora por el ruso Nicolay Valuev con 2,185. No era Willard el boxeador más alto, Joe Janette lo superaba en once centímetros, pero por una cuestión más racial que deportiva nunca se enfrentaron..
La historia de este campeón del mundo de todos los pesos es algo más que curiosa. Esa inmensa mole de músculos e inusual tamaño que le daban el aspecto de un oso y que hacía aparecer a sus rivales como enanitos tratando de pegarle, carecía del valor fundamental que hace a un boxeador. Su carácter bondadoso y pacífico, rechazaba la fiereza que debe ir de la mano del “instinto de peleador”. Se compadecía de sus rivales.
Problemas económicos y el empuje de sus amigos lo llevaron en 1911 a trepar por primera vez a un ring cuando contaba con 28 años de edad. Tal era su torpeza que debutó payasescamente con Lon Fink en una cómica pelea en la que fue descalificado por golpear bajo. Para su suerte, entendió que si quería subsistir y vivir del boxeo, debía aprender y pronto, como se usaban esos dos puños temibles. Jimmy Bronson fue su entrenador, logró un notable avance en su técnica, pero jamás pudo imbuirle la fiereza del boxeo. A pesar de todo, en la revancha noqueó a Lon Fink, y siguió noqueando boxeadores más por su gigantesca presencia, que por su calidad.
Su popularidad llegaría de la mano de Tom Jones, habílísimo manager-publicista que también dirigía al campeón Al Wolgast y por 1912 lo presentó en Nueva York como un “cow-boy” que había abandonado su rancho con la exclusiva finalidad de devolverle la corona de los pesados a la raza blanca. La prensa tomó al pie de la letra el invento (que luego fue realidad) y Willard empezó a ser un hombre popular. Su portentosa figura, realzada con enormes botas y coronado con un monumental sombrero texano, era la curiosidad de la gente en la calle y el delirio del público cando subía al ring.
A pesar de la propaganda, sus primeros combates en Neva York fueron un fiasco. Retrocedía constantemente, se dedicaba a bloquear golpes y cuando conectaba alguno que dejaba maltrecho a su rival, detenía el ataque y hasta lo sostenía para que no cayera. La sensación era de que tenía miedo de lastimarlos. “Amargo” fue el grito que inundó los estadios.
Nunca mostró signos de cobardía, al contrario. Sencillamente estaba obsesionado por su propia fuerza y el temor de hacer daño a sus rivales lo inhibía por completo. Ante la amenaza de su manager de rescindir el contrato debió, tal vez a su pesar, demostrar la verdadera potencia de sus puños. Ganó la pelea siguiente de un solo golpe y como prueba de su contundencia, en la segunda, Soldier Kearnes no pudo ser reanimado sino media hora después de recibir un impresionante uppercut del gigante.
Pero otra vez el fantasma del horror le jugó una mala pasada frente a Gunboat Smith, el blanco,(no el negro que combatió dos veces con Firpo), perdiendo el cow-boy por “no querer combatir”. Las peleas siguientes, anulado nuevamente por la sombra de su poder destructivo, sólo sirvieron para recibir los insultos más agresivos y descalificadotes, no sólo del público, sino que el propio rincón se asoció al coro de disconformes agregando todo tipo de amenazas, pero el gigante no salió de su irritante pasividad.
Su pasmosa actitud le acarreó no pocos problemas. Vapuleado por la prensa, detestado por el público, escarnecido por sus manejadores se sintió humillado a tal punto que por vez primera subió a un ring dispuesto a pelear enojado consigo mismo. Bill Young fue golpeado salvajemente durante once rounds, parecía un saco de entrenamiento dijeron las crónicas de la época, hasta que una derecha, de una potencia salvaje, fracturó el cuello de Young que murió unas horas más tarde en el hospital al que entró inconsciente.
El gran fraude con Jack Johnson, en el que se llevó la corona.
Esta victoria le condujo a la masacre. Jack Dempsey, en Toledo, lo molió a golpes. En el primer round Willard había perdido varios dientes y algunas de sus costillas estaban fracturadas. Tal era el estado del “cow-boy”, que fue atendido en el rincón neutral donde cayó por última vez, que Dempsey se bajó del ring creyendo que había ganado por K.O. Camino del vestuario debió volver al cuadrado pues el tímido Jess, al fin de cuentas, demostró que si algo le sobraba era valor y en deplorables condiciones, soportó dos rounds más, con lo que quedaba de su alma. La carrera de Willard terminó cuando otra mole, pero de fuerza, coraje y enjundia lo durmió en el octavo round en 1923. El verdugo fue nada menos que Luis Angel Firpo.
texto Por Marcos Vistalli
Willard vs Jack Johnson combate a 45 round!!!
ResponderEliminar5 de abril de 1915 en La Habana, Cuba.
Por aquel entonces fueron muchos los blancos que intentaron vencer a esa mala bestia de nombre Jack Johnson.Este fue el primer campeon negro en los pesos pesados(1908).Y parecia que seguiria siendolo mucho tiempo,pues ningun blanco podia vencerle.Hay es donde entraba en el juego "El cowboy gigante" Willar.Creo que comenzo como profesional a los 29 0 30 años(no estoy seguro).
El caso es que aun siendo inferior a otros que intentaron vencer a Jack,siendo un poco "torpon",lento,etc ,tumbo a Jhonson en el round 25 en un supuesto KO,pero no fue otra cosa que uno de los mayores tongos en la historia de box (y hay muchos).Esa victoria no le favorecio mucho al buenazo de Willar,su siguiente rival no se dejaria ganar,nada mas lejos de la realidad.
como siempre digo,esa es mi opinion.