martes, 12 de julio de 2011

EL FUEGO Y EL CHOQUE

A primeros de siglo, los irlandeses acuñan el término, para ellos nada despectivo de "Dunkey".
Literalmente, significa asno.
Tener la tozudez irreductible de un asno, para ellos, es un honor.
Cualquiera que se pegara con ellos, debía saber que un irlandés no se rinde, ocupa una zona del ring y la defiende hasta la muerte. No hay que buscar al rival, pues siempre está ahí. Las cuerdas sólo son el "paredón" final.
En el mundo occidental, donde hay mucha gente dispuesta a matar (por las causas que sean) pero muy poca dispuesta a morir, eso significaba una ventaja. Eso se contagia a todos los púgiles, del mosca al pesado. La testosterona invadió también las gradas y emborrachó al publico. Para un pueblo, con ciertas convicciones religiosas, con un pasado histórico de persecuciones y opresión, la tozudez era sinónima de valor, de supervivencia, era un punto de referencia, un ejemplo a seguir. Demostrar quien es más duro, incluso en la derrota. El que pelea para atrás, no sólo es un cobarde, sino que no merece ni la bolsa.
Es indudable que otras etnias no estaban por esa labor. Cualquier boxeador de Harlem (la oleada negra siguió a la irlandesa) era contrario a esa filosofía, tanto fuera como dentro del ring. Cadencia, ritmo, hacerlo bonito, lucirse. Desde la última fila pueden verse los desplazamientos. Salir por la izda y la derecha, torear, jugar con el peligro.
Del boxeo de presión, in fighting, de choque, de los irlandeses, al boxeo de "fuego de artillería", por fuera de la distancia, de la calle 42, hay no sólo una gran distancia táctica y práctica, sino dos formas diametralmente opuestas de entender el boxeo, e incluso la vida.
Clavar reiteradamente el cuchillo y dejar que se desangre, o ensartar de un solo golpe.
La "contaminación", posterior, de estilos, ha enriquecido notablemente el boxeo. Los mejicanos, de sus enfrentamientos con los americanos, han tomado mucho de su forma de pelea.
En el intento de crear esquemas de combate sencillos y claros, que sirvan para encauzar la pelea, se suele recurrir a dos, el de "fuego de artillería" desde fuera de las combinaciones y distancia del rival, y el de "choque", por dentro de la distancia del rival.


EL FUEGO


El concepto "de fuego", "artillería" implica distancia, disparar desde atrás, percibiendo reacciones y huecos, entrar y salir, estar "por fuera" (como se dice en Sudamérica). Un trabajo de esgrima, de larga y media, en línea.
Se busca la decisión final mediante varias intervenciones, debilitando paulatinamente al rival, dispersándose por el ring mediante una conjunción de movimientos para repentinamente concentrarse en un punto.
El mantenimiento de una perspectiva espacio-temporal, pasando a la ofensiva cuando el rival esté "maduro".
Empleando una serie de estrategias indirectas, se pretende el ahorro de fuerza, que se descargará de forma sucesiva y organizada, produciendo un desgaste al rival, tanto fisico como psicológico. Se evita la situación frontal frente al rival (búsqueda de los flancos, trabajo en espacios abiertos) con maniobras muy precisas, primando valores como salidas, retaguardia, reposicionamiento. El éxito, en el boxeo de ataque y presión, vuelve al boxeador poco cauto, con tendencia a la precipitación, y no es nada difícil ver a boxeadores lanzándose con desorden tras el fugitivo (Watson -Eubank, "Happy" Lora-Cañizares).
El concepto de "fuego" no implica una tendencia meramente defensiva.
Busca ataques preventivos, que impidan que el rival se crezca, se afiance, tome iniciativa. Son ataques que no buscan penetración, sino desgaste sustancial. Un "juego de Pidola", de laminación pieza a pieza. No se busca el KO, pero sí el castigo. Busca una posición de centro de gravedad, de preponderancia, y no va más allá, donde encuentra más problemas que ventajas.
La variabilidad, tanto en desplazamientos, salidas, creación constante de frentes, líneas, busca que el boxeador que lo realiza pueda mandar sobre el que presiona. Es un boxeo excéntrico, tanto en ataque como en defensa.
Pocas cosas producen mas confusión, en un boxeador de presion, que las situaciones nuevas, imprevistas, las roturas de ritmos, el no tener donde apoyar los golpes. Mediante una serie de movimientos, que van desde el simulacro, la estratagema, el golpe real, el boxeador busca, de más a menos, su "distancia", se va "ajustando".
Penetrar muy allá, en territorio enemigo, cambia el teatro de operaciones, los movimientos se hacen en un espacio y tiempo menor, cuanto más largos se hacen los flancos, mayor sera la distancia necesaria para salir.
Disipar la situación de peligro temporal mediante un mayor campo de acción . Evitar la concentración de fuerzas del rival (con todo tipo de acciones físicas, sicológicas) .Trabajar sobre la distancia (o la falta total de ella) caracteriza este boxeo.
Cualquier pugil tiene un flanco más débil, una zona por donde sale peor. Mientras está en su distancia, la oculta fácilmente. Pero cuando penetra al intercambio, el fallo en esa zona se amplía, el flanco débil se alarga, y si es tocado, la salida se hace más difícil y agónica. Cuanto más se penetra, más largos se hacen los flancos, y el peligro aumenta geométricamente, debido no sólo a la dificultad de protegerlos, por parte del púgil, sino también a la capacidad del rival a descubrirlos. El púgil se siente más trabado, con mayor incertidumbre. Los golpes rectos son centrípetos, tienden a desequilibrar más que los curvos (centrífugos), otro factor para no descuidar la penetración.
Púgiles de buen juego de piernas y buena izda, como Quartey, Robinson, Leonard, por utilizar referentes comunes, son capaces de pasar de disparos aislados de izda a auténticos
Zafarranchos de combinaciones alargadas, mientras van situando sus piernas en la distancia, y en el apoyo, dejando como único valor testamentario en el rival, su encaje.
Ali ejecuta una serie de movimientos de cintura, manos, baja la guardia, enfogona al rival, cuyo único fin es deslizar subrepticiamente su pierna adelantada, tomando la distancia para luego enviar el golpe.
En la pelea Quartey-"Tiger" Jones, el ghanés desgranó 132 golpes por 5 del rival en el 2º asalto. Ni mucho menos iban todos con carga, pero esa lluvia de golpes crea un paraguas defensivo en la guardia de Quartey, que unido al ajustado juego de piernas del ghanés, impidió las contras del americano. Un ejemplo del daño acumulativo de los golpes.
El ejemplo Barrera-Jones, donde el mejicano venía favorito en las apuestas 6-1, (el americano volvió a ganar en la revancha), Jones aplica un trabajo de jab y desplazamiento, aprovechando la tendencia del mejicano a avanzar mientras dispara golpes curvos (que le "abren" la guardia). Un metódico trabajo, dando medio paso hacia atrás con la pierna adelantada (dejando sin distancia al mejicano), y sancionando con su izda la toma de apoyos de Barrera. La defensa la reduce Jones a no dejar distancia, con las dos manos para pegar.
Jones, un auténtico especialista en mejicanos (34 peleas ganadas contra aztecas), encontrará la horma de su zapato, que ironía, con Morales. Viendo que sus golpes rectos no afectaban a Morales, un púgil de gran envergadura, Jones intentó romper la distancia y se va al corto, a una distancia que no le convenía. Morales le conectó algunas contras, que le dejaron sin piernas, para electrocutarlo con tres rectos de derecha, repetidos desde muy atrás.
Desde luego, es un trabajo que requiere gran desgaste. La evasión exige un esfuerzo constante, pero en un régimen aeróbico, si el rival no presiona.
Permite pensar, escuchar a la esquina, y luego actuar.
Un ejemplo lo tenemos en peleas como Ricardo López y "El Nene" Sánchez. López conecta innumerables golpes, peleando dentro del concepto de "fuego". Pero Sánchez, aun recibiendo muchos impactos, está fresco, apenas ha golpeado, se ha desplazado lo justo, y tiene toda la potencia muscular para hacer daño.
"Finito" López comienza a espaciar su fuego de jabs y rectos. Cada vez hay más lapsos de tiempo entre tiro y tiro.
Sánchez entiende que eso representa un claro bajón en el rendimiento del rival y se va al choque.
Tremendas contras del mejicano. Era una trampa.
Pero, ojo, muy importante... no se irá detrás del boricua a rematarlo, por lo menos hasta que tenga claro que Sánchez está maduro (cuando claramente ya no reacciona a sus jabs). Incluso concentra sus golpes rectos sólo arriba, propiciando que Sánchez se agache, levantándolo con un upper izquierdo de jaque mate.
López trabaja entrando y saliendo, en rectos, hasta que se empieza a quedar en distancia, cerrando con gancho de izda (le permite, a parte de hacer daño, cerrar y reposicionarse).
Con Petelo, López cabecea bastante por dentro, quedándose en la línea media... cerca del hígado adelantado del sudafricano (zurdo), buscándoselo a dos manos. Prioriza las situaciones fríamente.
López, a pesar de ser mejicano, no aplica un boxeo de choque. El ritmo, la fluidez que aplica en su boxeo, es una característica del boxeo de "fuego". La "munición" que emplea (golpes en snap, con precisión, en zonas sensibles) no es la típica del boxeador de choque.
En cambio emplea el "test mejicano": primer asalto testeo de los desplazamientos, veo los golpes duros del rival, y sus reacciones enviando el jab de salida para no ser seguido (por fuera), segundo asalto, testeo de su guardia, su cuerpo y como reacciona a los tiros (por dentro), y tercero, comienza su trabajo, ajustado a esas premisas.
Pero a diferencia de Chávez, por ejemplo, López emplea constantemente golpes, mientras Chávez se reserva. López no busca tanto cerrar, como evadirse.
Otro pugil emblemático, dentro del trabajo de entrar-golpear-salir ha sido Leonard. Ha sacado un magnífico partido al juego de piernas, con uno de los mejores jabs de la historia.
Probablemente su bestia negra haya sido Hearns (sólo un diamante raya a otro diamante), un púgil con buenos desplazamientos, favorecido por su envergadura, pero sin esa capacidad de "dribling" (cosa lógica con esa amplitud de palancas). Hearns siempre padeció problemas con el peso, que le llevaron a tener final de asalto difíciles. Si bien Leonard da lo mejor de sí en welter, súperwelter, Hearns está en los pesos medios más cómodo. En la segunda pelea, un Leonard más lento por la subida de categoría, debe cruzar el mismo espacio, con un rival más acomodado en ese peso. Lo paga.
En púgiles longilíneos es más corriente la adopción de este estilo de "fuego".
Bob Foster tenía una rara habilidad de emplear el jab de forma ofensiva y defensiva, con contundencia, no al modo de un golpe táctico. En cambio, poseía una derecha recta bastante cómoda para el rival, y careciendo del poder devastador de su mano adelantada. Foster evitaba el empleo de crochet, que le abriera por dentro, y en cambio, tenía una gran facilidad para combinar el jab con el upper (tanto de adelantada como de atrasada). Cada golpe dado en la combinación, se acompasaba de pequeños movimientos de pie, en busca de equilibrio (precario en un hombre tan alto, con un centro de gravedad tan elevado) y buscando un mantenimiento de una distancia que le permitiera estar fuera de los golpes del rival. Evitaba irse con el golpe, controlaba su carga, y tenía las dos manos libres para pegar. Uno le puede ver cargando su apoyo en la pierna adelantada lo justo para entrar y golpear, pero la mayor parte del tiempo gravita sobre su pierna atrasada. Las entradas y salidas de distancia las ejecutaba, prácticamente, con el pie adelantado.
El rival, al buscarle ahí, recibe una andanada, y Foster se retira.
Hearns, Saddler, López, Wilde son púgiles que pegan de forma devastadora arrastrando al rival por el ring, prácticamente en desplazamiento. La capacidad de crear una maraña de golpes en torno a sí mismos, mientras el rival trata de buscarlos como un trofeo de caza, caracteriza su boxeo.
La defensa es más el juego de piernas que el blocaje o la cintura. No fijarse al suelo ni para parar golpes.
Boxeadores como Luisito Espinosa o Carlos Hernández, no dudan en ir al corto, al inicio de la pelea, con púgiles más bajos, especializados en esa lid. Pero el secreto está en como lo hacen. Aun manteniendo la corta distancia, van hacia atrás, no dejándose encerrar en las cuerdas, mandando el uppercut (un golpe que cierra el interior de la guardia, levanta al rival, lo ciega), y atento a cerrar la serie con crochet arriba si el rival levanta la boca para respirar. A la presión responden con golpes, pero no con presión.
La guardia cerrada acompasa el desapoyo de los golpes (son púgiles con palancas muy grandes, y con codos que afeitan como cuchillas). No es difícil que el rival se muestre confuso con esa táctica. Una vez que el púgil longilíneo ha demostrado que puede trabajar en ese terreno, paulatinamente va pasando a la larga. Conquista y luego organiza. Parece demostrar que puede pelear cuando el rival más bajo pelea, en su terreno, pero no es así en realidad. El longilíneo boxea mientras el bajo pelea.
Un gran púgil, el ligero Stevie Johnston, a pesar de su escasa estatura, tiene predilección por el trabajo en "fuego". No sólo entra y sale, sino que no duda en quedarse dentro de la distancia, trabajando de cintura, mientras dispara el jab. Aquí el valor a seguir quizás no sea la distancia, pero si lo es la salida de línea, y la continua rotación. Johnston no busca el golpe (curvo, a 45º, de noqueador), la rotura, sino que busca la continuidad y la fluidez, pegando en los huecos que deja el rival. Fluye con su jab y cintura.


EL CHOQUE


El concepto de choque, implica concentrar toda la masa crítica, el esfuerzo, la carga, buscando un impacto decisivo, la ruptura de la pelea, el pelear "por dentro" de la distancia.
El púgil que trabaja de esta forma, intenta debilitar al rival por el interior, mediante una estrategia directa, sea con un ataque frontal o envolvente. Parte de mantener una cohesión en sus fuerzas, mediante una guardia compacta, empleando una fuerza masiva y eficaz, pero no exenta de sutileza ni de inteligencia.
Los americanos diferencian los backswing (movimientos preparativos de entrada y apertura, intoxicadores) y los downswings (movimientos cortos, de salida de ángulo mientras meten el golpe), para dominar la presión temporal del choque.
Tyson empieza a declinar cuando sus movimientos de cuello y cintura (económicos y ambivalentes) son obviados. Conseguir una conjunción de estos movimientos (mediante músculos largos, de pequeños micro impulsos) con un golpe cargado (músculos grandes y redondeados, esqueléticos, de macro impulso), es trabajo de años.
Porque no se debe olvidar, que el boxeador de choque, una vez "filtrado", no se vuelve a recuperar. Una nariz fracturada varias veces termina por afectar a la oxigenación, unas cejas abiertas, una mandíbula de cristal, son lacras que tienden a agravarse con los años.
De ahí, que los grandes boxeadores de choque, no desestimen los movimientos de cintura (roading, weaving), no sólo como medio de protección, sino también como forma de tener las manos libres para pegar. Tienden a valorar mucho la parte defensiva del golpe (hombro en protección, recogida rapida, etc), entrar con el guante por delante, redireccionar los golpes del rival.
La actitud del púgil varía. No intenta mantener una relacion de mínima superioridad, bien sea de intentar apuntarse por poco cada asalto o defendiendo los puntos conseguidos, sino que busca "romper" la pelea.
Para un púgil de choque, ocupar el centro del ring no es decisivo, sólo es un medio para conseguir una mejor posición para buscar el choque, el fin.
Hay que distinguir la audacia estratégica de la "jugada de dados". La primera implica que, aunque el éxito no esté garantizado, si se falla, no acarrea un traspiés trascendental. En cambio, la "jugada de dados" si falla, es el fin. Se justifica cuando la marcha de la pelea sólo garantiza la derrota. No hay razón para esperar (corte profundo, problemas con el peso, falta de fuelle).
El púgil de choque suele mantener una intensidad de pelea baja, que le posibilita efectuar cambios de ritmo bruscos, pues es sabido que al rival le afecta mucho más un súbito e imprevisto movimiento, que someterlo a golpes de ritmos constantes, a los que se va habituando (como ocurre con los boxeadores "metralleta").
Tampoco es difícil encontrarse boxeadores que someten al rival al choque de comienzo, y luego varían la tactica. El "primero conquista y luego organiza".
El boxeo de choque, cuando los dos púgiles realizan el mismo tipo de combate, muchas veces degenera en un modo de pelea bastante repugnante. Generalmente uno no quiere entrar en ella, pero si en ella se está, también ha de estar preparado. Peleas como las de Wamba-Duran, se parecen más a un choque de carneros que de púgiles. La labor del árbitro es determinante.
La postura, la aptitud del púgil de choque, es también característica.
Apoyo de la planta del pie, colocación de la mano en la guardia (ligera curvatura a 30º), concentración de la vista en un punto, son los caracteres de púgiles como Tszyu , Chávez, Barrera, etc...
Otra característica muy frecuente es la de tener poder de aniquilación en uno o máximo dos golpes, utilizando el resto de arsenal, defensivo y ofensivo, de forma subordinada a la "llamada" de su golpe. Son golpes muy profundos, que no se recuperan salvo con otros que reposicionen. La búsqueda de apoyos, los desplazamientos, la velocidad van buscando propiciar ese golpe. Es el púgil del "KO de una sola mano", actualmente muy escaso.
La defensa, aplicada en bloqueos, cintura, busca que el rival apoye el golpe, se pare. Desde ahí, redirecciona los ataques.
La capacidad de entrar fintando por debajo y pegar arriba, o la de subir pegando, es otra característica importante, puesto que el púgil de choque gravita sobre su pierna adelantada, dejando apoyo y distancia para cualquier golpe del rival.
Tapia es capaz de un sinfín de movimientos defensivos, casi erráticos, que de forma abrupta dejan paso a bodyshots. Puede presionar de forma brutal en los primeros asaltos y luego ir a remolque (primero conquista y luego organiza). Un gancho al cuerpo es la bota que bloquea el engranaje fisiológico del rival. Si la cosa no está clara, el de Alburquerque se desliza hacia la línea de meta con jabs triplados y rejoneo evasivo.
Un púgil de choque, muy especializado es Trinidad. Sus series suelen ser cortas, de dos golpes, pero tremendamente apoyados. Suelen ser combinaciones de un golpe recto y uno curvo, que se acoplan al sistema de pelea empleado por el rival. Contra Barnes (un púgil bajo, que le entraba por debajo y subía pegando, en cintura), empleaba un recto de izda para frenarlo, con un curvo de derecha para penalizarle en su apoyo. En cambio, con Vargas, más alto, con menos cintura, desplazándose a su izda, el Boricua abría la serie con un tremendo crochet de izda (de la que el rival le venía con el uno-dos), y cerraba con una derecha al cuello. Sus series son idénticas en contra y ataque, solo varía el desplazamiento y la situación del rival .
Con Barnes (que solía acabar la serie con crochet de izda), Trinidad metía su movimiento de cintura al final, y en cambio, con Vargas, lo empleaba de entrada. Trinidad es un púgil que adapta muy bien su estilo al del rival. Tarda cierto tiempo, pero luego es una auténtica máquina de picar carne. No hace nada de más (economía y evitación de errores). Trinidad tiene una capacidad de balance de sus apoyos, que le permite conectar cualquiera de sus manos, en serie corta, de forma brutal. Las piernas, como alguien dijo, se usan o para pegar o desplazarse. La combinación de ambos es el secreto.
Esa economía de movimientos, esa "limpieza" de estilo, esa capacidad de gestión del momento de mayor presión temporal, caracteriza a los boxeadores puros de choque.
En los pesos pesados, donde en la gran mayoría de las acciones se carga el peso, donde los púgiles más apoyados están, es donde se puede ver el boxeo de choque en estado puro. Un Joe Louis, con una actitud de combate casi autista, sin expresión de ningun tipo, calculando con un imperceptible movimiento de cabeza la salida de ángulo, para meter la derecha, o un Foreman blindado con su airbag ventral, con una guardia francesa decimonónica, esperando la abertura para plomar la derecha, o un Tyson basculando el cuerpo, mientras se mete primero él y después su golpe (sea de derecha o izda), es algo dramático, algo que produce el Ko de una forma brutal y rápida (como dice un crítico famoso, "en menos de lo que tardas en decir la palabra ¡joder!").
Monzón, un pugil longilíneo y con unos problemas de peso constantes, con un desplazamiento muy limitado, se dedicó por entero a hacer de su derecha un arma mortal.
El mismo caso que Bowe , Lewis, la Mula de Manassa, Graziano. Intensidades bajas, pelea a ráfagas, capacidad de concentración de masa crítica en un punto. En muchos casos despliegan una concentración de fuerza general, muy fuerte, para concentrarse después en un punto. No sólo golpean, sino que casi arrastran al rival en su movimiento.
La aplicación sucesiva de fuerzas, en un combate prolongado, del boxeador de "Fuego", el boxeador de choque las invierte, concentrando en lapsos cortos de tiempo toda la decisión del ataque.
Eso, en el ámbito de creación de situaciones de pelea, es un cambio radical.
No es raro encontrarse boxeadores de choque que, tras una magnífica combinación, no continúan, recogiendo los frutos. Son esfuerzos fisiológicos y nerviosos muy intensos, que vacían de energía, momentáneamente, al boxeador.
Buscan aumentos de tensión abrupta, situaciones extremas donde los efectos de cualquier decisión o golpe, siempre tienen consecuencias más graves.
Son púgiles que sacan partido del caos.
Sus movimientos son concéntricos (a diferencia de los excéntricos de los púgiles de "fuego") y buscan puntos "calientes" y "dominantes" (cuerdas, esquina) que tensionen aún más la pelea. Es muy importante no descontextualizar esto. A veces, parecen púgiles poco técnicos, pues alguien que esté fuera de este deporte puede pensar "eso tan simple lo hago yo", pero analizando la situación y su conjunto, se llega a valorar las reacciones de estos púgiles en su justa medida.
Esa capacidad de decisión inmediata, en un torbellino, con tan poca información, esa determinación, caracteriza al púgil de choque. Hay que comprender lo complejo que es cruzar en profundidad, el esfuerzo que supone procesar la información es ese "Zoom", con ese peligro.
Para algunos, el boxeo de choque carece de lógica. Y no es cierto. Como dice Durán "si el rival me aguanta los doce asaltos en vez de 6, estaré el doble de tiempo en peligro". Esa es su lógica. El púgil que crea y busca el peligro, teme al mismo tiempo.
Son boxeadores de uno-dos, de boxeo de toda la vida. El trabajo izda-derecha aporta equilibrio, concentración de fuerzas, y cierto orden defensivo. Se trata de someter al rival a "dos fuegos", concentrándose en blancos interiores (más cortos), y sobre una superficie lo menos extensa posible (de ahí que el púgil de choque busque la zona de cuerdas, la retaguardia). El trabajo de uno-dos crea una cuña, un vértice ofensivo, no solamente muy adelantado (triplar un jab consigue penetración, pero no dureza, puesto que apenas lleva masa), sino también propicia el envolvimiento.
Un campo de operaciones extenso, difumina la eficacia (mayor perdida de concentración del ataque, al tener que moverse, buscar, orientarse, etc), al aumentar la relacion espacio-tiempo, en el choque.
Otra característica del púgil de choque, es la capacidad que tiene de analizar la información producida por dicho choque.
Desde el tacto del guante, hasta la respiración del rival, como su reacción (si se "enfogona", si se retira, si se desarbola, etc.) recoge una información preciosa.
Se percata del efecto que produce la concentración del ataque (totalmente distinta a la producida por un despliegue paulatino de fuerzas, una acumulación de golpes, que se da desde la pelea "por fuera").
A pesar de hacer una pelea muy física, tienen muy en cuenta la reacción síquica del rival.
Cada golpe duro, bien conectado, crea una redirección de fuerzas nueva.
En los pugiles de "fuego", con series muy estandarizadas y automatizadas, la "solución" a las diversas situaciones ya van anticipadas en el orden de sus combinaciones.
Es un concepto de "timing", de automatización, de reflejos, distinto.
El concepto de choque, rotura del "frente", viene también relacionado al de envolvimiento, aplastamiento.
Marciano, ante Starza, al no encontrar blanco, se limitó a golpear en profundidad a la guardia. En buena lógica, esos golpes no deberían contar en el ámbito del juez, pero producen hematomas (la sangre a nivel superficial se estanca) y una serie de tensión muscular que conllevan, en el rival, tetanizaciones musculares. El ácido láctico se acumula, la sangre tumefacta no lo drena, el sostenimiento de la guardia se hace insoportable. Marciano se concentraba en intuir la dirección de la salida del rival, enviando allí sus golpes curvos, en sentido contrario a su salida, que se estrellaban no sólo más fuerte, sino más rápido. Su concepción era romper los muros y luego el cuerpo. Lo lograba no sólo con una gran carga del peso corporal, una pretensión muscular inicial, sino también con un número de impactos inauditos. Jamás descuidó la preparación física. No es tanto la precisión ni la velocidad de ejecución, sino la capacidad de conectar más y más duro. Como en una batalla naval, concentrar el fuego en el velamen, para imposibilitar el movimiento.
Púgiles de choque tan especializados como Duran, Chavez, Tyson (series de pocos golpes, carga importante) tienen una buena orientación, gracias a la visión periférica, sobre su situación sobre el ring.
Les permite calcular cuantos pasos necesitan para llevar al rival a las cuerdas, y no es raro que anticipen de cintura, pasando por el fuego enemigo, para depositar al final toda la carga. Incluso emplean reglas nemotécnicas, "cuenta tres pasos, con cintura y dispara", anticipando la situación del rival y la "profundidad" de su disparo.
El cruzar la línea implica un riesgo, una capacidad de toma de decisión y ejecución rápida, que es gobernada por una parte del cerebro muy distinta a la que se emplea en la pelea por fuera. Es un régimen anaeróbico de esfuerzo, con respiración de combate.


Estas concepciones de la pelea son tácticamente complementarias. De hecho, la mayoría de ejemplos conjugan toques de ambas concepciones. Un púgil que vaya al choque en los cuatro primeros asaltos puede tomarse dos asaltos, para recuperar, disparando por fuera. Un pugil que no tiene claro si tiene ganada la pelea, tras un buen trabajo por fuera, puede intentar incidir al choque para asegurarse el desenlace.
Aun siendo esquemas simples, son muy eficientes en las órdenes de pelea que se dan en las esquinas. Pueden ser entendidas y ejecutadas por los púgiles, aun estando muy fatigados y en malas condiciones.
Ambas formas de pelea requieren una técnica muy depurada, son muy respetables, y crean también cierto tipo de publico.


Francisco Menéndez Campa

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