martes, 12 de julio de 2011

WILLIE PEP: UN TIPO CON CINTURA




CURSILLOS DE CRISTIANDAD


Hay un cierto tipo de personas a las que conviene saludar con un profundo abrazo. Y no porque las aprecies o porque seas profusamente afectivo, sino para cachearlas por si van armadas.
Willie Pep era de ese tipo de personas.
Perfectamente habría podido entrar en el club de Sinatra, era un tipo simpático, mujeriego ("todas mis ex-esposas eran grandes amas de casa... por eso el juez siempre les otorgaba la vivienda"), poseía el carácter típico del italo-americano de aquella época.
En un programa sobre su vida, hicieron aparecer a un antiguo rival suyo, que se dirigió a saludarlo con un "¿No te acuerdas de mi, Willie?". Pep, circunspecto, le respondió "A ver... tírate al suelo, puede que así haga memoria". En cierto pesaje, sabiendo que el rival tenía por costumbre usar plataformas en los zapatos, le espetó ante la prensa: "Un enano es un enano, aunque se suba a Las Rocosas".
Pep no sabía que la falsa modestia, al menos, es la más decente de las mentiras.
Consciente de que el boxeo era un espectáculo puntero, porque reflejaba a la propia sociedad americana como un espejo, no dudó en calentar la pelea contra Saddler, llevándola a términos racistas, tal como está de segregada América.
Se le atribuyen términos como "Lo mejor de los negros son las negras... las pruebas y ya no quieres otra cosa" o "no tengo nada contra los negros, mientras permanezcan dentro de la jaula".
Pep siempre estuvo en contacto con la Mafia, probablemente porque la Mafia estaba en todo, incluído el boxeo.
Era capaz de explicar como desembarazarte de un cadáver en pleno centro (lo metes en el coche, le colocas dos cartuchos de posta en la boca, rocías de gasolina, prendes... y no queda rastro de posible identificación), y muchas de sus peleas han tenido el tono gris de la sospecha.
El número tan grande de peleas (necesario para hacerse un nombre, en una era sin televisión) contrasta con el número relativamente corto en defensas de título y bajo en KOs.
Con todo, visto desde cierta perspectiva, coincido con Red Smith, del Chicago Sun Times: "Pep, por suerte escogió el camino del boxeo, no del crimen, prefiero ver a Pep con la mano ocupada en un guante de ocho onzas, que armado con otros 'utensilios'".
Pep, además, fue un púgil del que se aprende todo el concepto global de la pelea, toda la trastienda (busca de promotores, de rivales), en gran parte llevado por la necesidad. Necesidad del que sale de la nada más absoluta y lucha para no volver a la nada total. Necesidad del que resuelve los problemas que fabricó él mismo.
No hay peor trampa para caer, que la que uno elabora, básicamente, porque no quiere salir de ella.
No se puede exigir normalidad del que se espera que afronte situaciones anormales.
No es óbice, todo eso, para considerarlo un magnífico púgil, sobre todo en el plano defensivo, y un tipo tan duro como para hacerle la autopsia con un pico y una pala.


¿WILL O WISP?


Gugliemo Papaleo nació en un pobre barrio de Hartford, Connecticut, en 1922, criándose en la calle, vendiendo periódicos, limpiando zapatos... y metiéndose en líos.
Un niño delgado, que suple con astucia las otras limitaciones.
Su padre le lleva a ver los entrenamientos del ídolo local, Battling Batallino, un gran peso pluma.
Sufre una Revelación
Con 15 años, se planta en el gimnasio Charter Oak Gym. Quiere aprender a luchar, ser boxeador. Risas por parte de todos, y un "vuelve al cole, chaval". A los tres días está de nuevo a la puerta del gimnasio. Lo acogen como mascota, y comienza el aprendizaje, con esa rara relación de camaradería que sólo se da en los gimnasios de boxeo.
"Muchacho, muévete como si tuvieras a la poli detrás, y en cuanto puedas, dispara". Su debut, con nombre falso, fue un éxito.
En 1938 gana el campeonato amateur de su Estado en mosca, y al año siguiente, repite éxito en gallo. Bajo cuerda, a los amateur se les paga. Un boxeador vale lo que vende, y Pep tiene un buen tirón en el barrio. 50 $ por pelea, lo que su padre tarda 3 semanas en ganar.
Un record de 63-3, en amateur.
Entre sus derrotas figura un púgil negro (que le saca un buen puñado de libras)... un tal Ray Roberts-Ray Robinson-Walker Smith.
El estilo de Pep (ídolo de Oscar de la Hoya, sin ir más lejos) sobresale en la defensa.
Un púgil de brazos y piernas cortos, tiene que suplir esa carencia con cintura (en un paralelismo muy forzado, sería un "regateador" tipo Maradona frente a otro futbolista más corpulento y lineal).
Desde sus comienzos, Pep trabaja quiebros de cintura asociados a los desplazamientos. Los aplica perfectamente, tanto entrando en distancia como saliendo. Pep fracciona los movimientos pendulares, desde atrás, midiendo el peligro, en un intento de desorientar y encontrar huecos, manteniendo cierto equilibrio preventivo, para luego, en un movimiento brusco, llevar la guerra al territorio que el enemigo cree seguro.
Pep realizaba varios asaltos, al final de sus entrenamientos, pasando rítmicamente por debajo de una cuerda doble, en busca de la automatización de gestos, en todos los sentidos de giro.
El empleo continuo y asociado de blocajes, desde la guardia, le permite defender no solo su integridad, sino la zona de ring que él considera idónea.
Pep es un boxeador que sabe trabajar en el ring, fruto de mucho entrenamiento y de experiencia. De los que prefieren invertir más en sudor, que en sangre. Para Pep la fuerza no era esencial, era algo ridículamente simple, como de abecedario.
Wisp se traduce por voluta de humo. Si a su estilo añadimos su personalidad, es mejor emplear la palabra niebla.
En el verano de 1940, Pep se pasa al profesionalismo. Como los artistas, se le busca un nuevo nombre. Despectivamente, le llamaban en la escuela "Peppie". No está mal.
Hará 33 peleas el primer año, hasta sumar 53 para disputar su primer campeonato, en noviembre del 42, ante Albert "Pintado" Wright (a pesar de su apellido y de ser de raza negra, había nacido en Méjico), un púgil alto y con el exotismo añadido de ser chófer de Mae ("¿tienes una pistola en el bolsillo, o es que te alegras de verme?") West.
Pep se convierte en uno de los pluma más joven (con Terry MacGovern, el especialista en upper de derecha al plexo, o Canzoneri), en lograr un título.
A los americanos les gusta ver superhéroes enfrentándose a archienemigos
Contra Wright hará otras 3 peleas más, siempre favorables al italiano.
Sólo con un nulo ante el fortísimo MacCallister, posteriormente vengado con un KO, la carrera de Pep parece imparable.


EXPERTOS EN LO MÁS INNOBLE DEL NOBLE ARTE


En su pelea número 63 Pep se enfrentara a Sammy "El agarrón" Angott. Corre el mes de marzo, del 42.
Una memorable pelea, ejemplo de lo mas innoble del Noble Arte. Angott parachuta varias veces a Pep fuera del ring, gracias a innumerables tretas, todas fuera del reglamento, tetaniza los bíceps de Pep con los codos, machaca con la barbilla el cuello del italiano, le clava las rodillas por el interior de las de Pep para fijarlo, le explota la coronilla contra las cejas, mientras mira al árbitro señalando juego sucio. Para Angott, todo lo que tiene éxito, es correcto. No hay sustituto para la victoria.
Desde fuera, no se da uno idea de lo que le ocurre a un púgil cuando lo tiran así a la lona. Se sale totalmente de la pelea.
Pep necesitó todo el hielo de Alaska para ponérselo en la cara tras esos 10 rounds. No sólo perdió la pelea, sino también el invicto.
Pudo ser peor... podía haber llovido.
Angott sería al año siguiente campeón en ligero. Volverá a lucir sus dotes de experto en libre olímpica con Beau Jack, aquel magnífico boxeador que empezó (y acabó) de limpiabotas, esponsorizado por un sindicato agrícola de Georgia, cuando el boxeo era aun cosa de obreros (el problema de las revoluciones es que suelen caer en malas manos).
La experiencia.
La experiencia es eso, que cuando lo tienes... ya no sirve para nada, como decía Marciano. Es esa cicatriz que queda, fruto de una enfermedad que rara vez se contagia.
Pero Pep aprende, y en varias de sus peleas contra Saddler, empleará la misma medicina: "Intentaba cerrarlo, pero se escapaba, trataba de pegarle, pero no llegaba... de pronto, le pisé y se quedó quieto. Entonces, me pasé toda la noche pisándolo".
Pep vuelve a coger la hebra del triunfo otra vez.
Pelea una veintena de veces en el 43, 17 veces en el 44, y sólo 8 en el 45 ante la llamada de la Marina, en pleno conflicto mundial.
Terminado el conflicto, Pep vuelve a la carga y en junio del 46, vuelve a enfrentarse ante el estilista de Boston, Sam Bartolo (no confundir con el santo, por favor), pero esta vez ya con título y unificación. Pep se apunta la pelea por KO en el 12º. De tres encuentros entre ambos, los tres para Pep.
Hace una defensa con Jock Leslie y el cubano Humberto Sierra.
De esa misma fecha data su asalto contra Jack Graves, en el que los tres jueces dieron ganador a Pep... sin haber tirado un solo golpe, gracias a su magnífica defensa (un servidor, es el dia de hoy, que aun no sabe si eso es bueno o malo).
Pero en 1947, la tragedia roza al italiano. Un accidente de avión, con varios muertos, en Nueva Jersey, le produce serias lesiones en la espalda y las piernas.
Cinco meses en cama. Los médicos dudan en darle la licencia. En un ejemplo de dureza, Pep, al mes de salir de la convalecencia, emprende los entrenamientos.
El mayor placer de la vida es lograr lo que la gente cree que no lograrás nunca.
"Mirando atrás, no sé si el accidente me afectó o no. Para algunos, ya no fuí el de los viejos tiempos. Pero aunque físicamente me hubiera repuesto, por dentro, algo de mi cambió para siempre".
Mucho debió afectar dicho accidente en la carrera de Pep. Su entorno decidió apretar el acelerador y aceptar peleas duras.
Con 134-1-1, Pep vuelve a sonreír y a contar sus famosos chistes.
Por desgracia, el mundo está lleno de gente que no ríe nunca.
Sin ir más lejos, por ejemplo, Sandy Saddler.


"TRISTEZAS" SADDLER


Saddler tiene un papel principal en la obra de Pep.
Mitad indio por parte de padre, mitad negro (como Armstrong), este bostoniano nacido en 1926, ha tenido una carrera amateur corta.
Su centro de operaciones será Harlem.
Una altura desorbitada (supera la envergadura de Marciano), en un cuerpo enjuto y fibroso , con unas ojeras que semeja un cadáver de permiso, pero con unas manos que "pesan" como una hipoteca.
Su mánager, el mismo que Archie Moore, Charly Jonshon, no se dedica a las obras pías.
Profesional a los 18 años, en su segunda pelea lo emparejaron a Jock Leslie (con el que disputó Pep el título tres años después), despachándoselo en dos rounds.
Saddler hace bolos en pequeños pabellones de Boston y NY. En el mismo año de debut, 1944, en 9 meses, boxea 22 veces. En 1945, otras 24. Luego, la Guerra.
Gana 28 de sus 38 primeras peleas por KO.
Un "eliminacionista", un boxeador "cool".
No le importa pelear fuera de casa (Cuba, Venezuela) , y tiene una bien ganada fama de boxeador sucio.
Por ejemplo , 1949, dentro de las 130 libras, peleará en La Habana, contra el cubano Sosa.
Tras noquearlo en dos asaltos, tuvo que hacer frente, también, a un ejército de 10.000 cubanos, armados con botellas y sillas, que no estaban muy de acuerdo con el golpe antirreglamentario empleado para ganar a su compatriota.
La escolta de la Policía le acompaña, a modo de comité de despedida, hasta el barco.
Tras la Guerra, hace 48 peleas, solo perdiendo contra Boby Maquillar (después entrenador de Barry MacGuigan) , Phil Terranova (campeón NBA), Humberto Sierra y Chico Rosa. Son sus derrotas, curiosamente, las que harán que el equipo de Pep baraje la pelea.
Saddler no saca el jab solo a pasear. No es un golpe táctico, o preparatorio, sino un golpe cargado, de luchador, un auténtico cruzado de izda.
Lo entierra en el cuerpo de rival, y noquea con él. Tiene un upper de derecha, de recepción, durísimo.
No le importa golpear después de la campana, o pegar en el límite de la cintura.
Apoya los golpes de contra ayudado por su envergadura, sobre todo al rebufo, como un resorte, cuando sus rivales recogen las manos.
Tanto en plumas (Terry Young, Lulú Pérez, Famechon o el cubano Acevedo) como en ligeros (campeones como De Marco, Brown, Salas) demostró Saddler su peligro.
Como los buenos "punishers", es atroz en las revanchas (regla que no confirmó por 3 veces contra Lesane).
La primera vez que se enfrentan Saddler y Pep, en octubre de 1948, la pelea demuestra toda la dureza del boxeo de aquellos años, y no solo en el ring.
Estilos, raza y personalidad contrapuestos.
Se comenta que Saddler ha tenido que darle a Pep, de su propia bolsa, 25.000$ (mucho dinero para aquella época) y pagarle encima todos los gastos de entreno.
Eso, en otros términos, es interpretado por muchos como una "venta" de la pelea por parte de Pep, que tendría apalabrada ya la revancha directa.
Las apuestas están 5-1 a favor del italiano, jamás noqueado. 15.000 fans pasan por taquilla.
El italiano se va 3 veces al suelo, víctima de tiros aislados, resucitando como Lázaro, para acabar en el 4º asalto fulminado por un solo golpe, un gancho de izda, tras varias manos.
Lo cierto es que el cuerpo de Pep cae al suelo, sin interponer el italiano los brazos en la caída.
Comienzan los rumores de que la pelea estaba tongada. Es algo que solo sabrán ellos dos (o incluso solo uno). El remolino es tremendo.
La revancha se hará en febrero de 1949. El comisionado Eddie Eagan se reunirá con ambos en privado, advirtiéndoles de las consecuencias que puede tener cualquier truco para "el buen nombre del boxeo".
Ante 19.000 personas, con 90.000 $ por el medio, Pep, aceitado, pulido y afinado, hará una de las mejores peleas técnicas de los plumas en toda su historia. A pesar de estar abierto en las cejas, hará una pelea rápida ante un Saddler a la espera de la oportunidad. La paciencia es la astucia de los que no tienen astucia. Victoria del italiano por puntos de forma clara, a pesar de que quede como para una foto nueva del DNI.
Pep peleará en defensa del título contra Famechon (cliente de Saddler), y se vuelven a ver las caras por tercera vez.
Han transcurrido 8 meses, y tras casi 20 peleas, se ven de nuevo por tercera vez, pero será una batalla corta, en la que Pep claudica al dislocarse el hombro en el 7º.
Es la tercera derrota en la carrera de Pep, frente a las dos de Saddler.
La cuarta y ultima entrega, en 1951, mezclará sabiamente el boxeo y la lucha libre, amén de una multitud de irregularidades que amargaron la noche al árbitro Miller.
En el segundo asalto, Saddler le abre un ojal en el ojo de los que se ve hasta el hueso. Manda de una izda al italiano al piso. Pep devuelve muy bien la derecha por encima del guante de Saddler.
Hasta 13 golpes bajos se le vieron al moreno.
En el 6º y 8º asalto, estarán más tiempo en el suelo que de pie, tipo Catch.
En el descanso del 9º, no se sabe si Pep saldrá o no.
Uno de los jurados Arthur Aidala, acusa al manager de Saddler de "influenciar" al médico, que no es otro que Vincent Nardiello (no precisamente una monja boba, en su etapa de campeón mundial).
A todo esto el cronometrador, George Bannon, un venerable anciano, con más de 50 años de profesión, y en un avanzado estado cata tónico-cataléptico, hace sonar la campana como si estuviera en el mejor de los mundos.
Se monta una de esas magníficas escenas tumultuosas, tan cercanas al arte de la comedia, que han fundamentado gran parte de la doctrina anti- boxística, esgrimida por los detractores de este deporte (legión, por otra parte).


TRAS LA LLUVIA


El resultado es la retirada de la licencia por 30 días a Saddler y la imposibilidad de boxear en NY, de por vida, a Pep, impartida la sentencia por el comisionado Christenberry.
Aunque en 1955 le levanten la sanción a Pep, bastó los dos escasos (y polémicos) asaltos en los que cayó derrotado ante Lulú Pérez, para que le volvieran a reimplantarle la condena, amén de considerarle persona "non grata" en NY, por los siglos de los siglos.
A pesar de esto, aun boxeará con pugiles de renombre, como De Marco, Bassey, etc.
Pep peleará hasta 1959 (inactivo hasta el 64) con continuas retiradas y come back (no menos de 10 veces se fue y dio la vuelta), completando casi otras 50 peleas hasta su último combate en 1966.
Las mujeres, estaba equivocado Pep, son más peligrosas que los boxeadores, sobre todo si están divorciadas de uno.
Su récord quedó en un escalofriante 230-11-1, 65 KO, en 26 años de boxeo.
Saddler, mientras, entra en el ejército (un lugar más apacible, a todas luces) en 1952. Tanta paz acaba con sus nervios, y vuelve a boxear en 1953, contra Famechon y Percy Basset. Aunque pierde con Bassey, este a su vez lo hará con Ted Red Davis. El enfrentamiento de Davis (un púgil bajo, pero duro y batallador) y Saddler, en el 55, se salda con victoria del último de forma clara a los puntos. Saddler es de nuevo monarca de los plumas.
Saddler hará una defensa agónica, ganada en 13 sangrientos asaltos contra el filipino "Flash" Elorde. Sin título en juego, harán la revancha, forzando los cortes al abandono a un Saddler que iba un punto por delante en las cartulinas.
En 1957, un accidente de tráfico (lesión ocular) fuerza el retiro de Saddler, que al no poder renovar la licencia, se reconvierte en entrenador.
Al final sus cifras son 144-16-2, con 103 KO.
Los aficionados siguieron recordando los clásicos Pep-Saddler, incluyendo dos peleas de exhibición entre ambos, en 1971-1975.
No deja de ser extraordinario, pues ya se sabe que la gratitud del público no suele tener buena memoria.
Quizás se deba a la niebla que envolvió sus peleas, que sirvieron para aprender mucho aun teniendo el ánimo de enseñar poco.


Francisco Menéndez Campa

2 comentarios:

  1. "Pep, por suerte escogió el camino del boxeo, no del crimen, prefiero ver a Pep con la mano ocupada en un guante de ocho onzas, que armado con otros 'utensilios'". y asi fue 230-11-1, 65 KO, en 26 años de boxeo.

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