viernes, 22 de julio de 2011

¿POR QUÉ LAS MUJERES HACEN BOXEO?




"El boxeo,eso que muchos piensan que es violencia gratuita,que es de hombres y un deporte fácil que cualquiera lo podría hacer.Pues les digo que no tienen ni idea y que resulta muy fácil hablar sin saber.En el boxeo encuentras técnica,táctica,sacrificio y un larguísimo etc.
Y COMO NO ES TODO DAR GOLPES,AQUÍ TENEMOS OTRO TEXTO DE MANUEL MARTINEZ.Si señores,los boxeadores también leen...."


"Lo que cuenta no es el tamaño del perro en la lucha, sino el tamaño de la lucha en el perro" (R. N. NIDEFFER).

A estas alturas ya nadie se cree que la conducta agresiva sea un patrimonio exclusivo del hombre-macho. Si bien el aumento de testosterona baja el umbral de la conducta agresiva, y produce un aumento del desarrollo de la masa muscular, la agresividad tiene más que ver con mecanismos evolutivos de supervivencia, para defender los intereses del individuo dentro de la misma especie (intraespecífica), como es luchar por el territorio, mantener la jerarquía, defensa de la prole. O frente a otras especies (interespecífica), como es la lucha defensiva contra un depredador y la depredadora con fines alimenticios; que con factores hormonales. 
El sexo, afecta al comportamiento agresivo de dos maneras: la determinación del tamaño del individuo y la influencia de las hormonas sexuales en su comportamiento. Este dimorfismo sexual a favor del macho (mayor tamaño) y su mayor agresividad no carece de importantes excepciones, existiendo especies donde la hembra es más grande y más agresiva (H. HEDIGER).

Tampoco parece que en todas las especies sean siempre los machos el componente más agresivo de la pareja, o el que caza para alimentar a la prole. Si es el macho o la hembra el que lucha más, depende sobre todo de la organización social de la especie (R. N. JOHNSON). Y por supuesto, en el caso humano, el componente de aprendizaje social es definitivo.

Ya a mediados de siglo pasado, E. A. BEEMAN, demostró en una serie de experimentos con animales, que el hábito de lucha refuerza el comportamiento agresivo más que la hormona que determine la agresión.

Por otro lado estamos analizando una actividad cultural, una actividad deportiva, sometida a normas, reglas, socializante. Por tanto, si el jugador se tiene que someter a un reglamento, un umbral más bajo para el disparo de una conducta agresiva, potenciado por un aumento del nivel de testosterona, no tiene mayor importancia e incluso puede ser contraproducente para alcanzar la victoria (como el combate entre TYSON y HOLYFIELD, con mordisco incluido) porque esa agresividad necesaria para el éxito deportivo se debe trasformar en agonismo (ANTONELLI), una "manifestación madura, constructiva y creativa de la agresividad, orientada hacia la autorrealización del individuo".

El ser humano es un animal histórico y lo que nos muestra esa disciplina es que a través del tiempo ha habido sociedades pacíficas y otras guerreras, y los pueblos más belicosos eran productos de grupos humanos que se organizaban en torno al aprendizaje para la guerra. El estudio de R.G. SIPES, desde un punto de vista de la Antropología Cultural, parte del análisis de veinte sociedades y concluye que, las más belicosas son las más aficionadas a los deportes de combate, concluyendo que si la sociedad es agresiva, el gusto y desarrollo de los deportes de combate va parejo.

Para eliminar esa belicosidad, sería preciso según SIPES un cambio social amplio y profundo, que implicaría desde eliminar las organizaciones militares hasta minimizar al máximo las cuestiones competitivas de los negocios, en la religión, en la gestión política... y otras instituciones sociales... y por supuesto los deportes de combate, pero no parece que la sociedad actual el altruismo haya desplazado la competitividad como valor básico de eficacia en la sociedad globalizada en que vivimos.

Este aprendizaje para la guerra, no siempre recaía en los hombres. Los estudios antropológicos de MARGARET MEAD, sobre las sociedades actuales primitivas humanas, cuestionan este dogma de hombre-macho-guerra, concluyendo que la naturaleza humana es increíblemente maleable: casi todos los rasgos de la personalidad que se han llamado "masculinos" y "femeninos" no están más ligados al sexo que los vestidos, las maneras o los peinados.

Incluso al nivel de la psicología individual, R. R. SEARS, considera que la utilización del castigo físico por parte del padre, contribuye a feminizar a los niños de ambos sexos, así como a incrementar su agresividad, lo que no corrobora la hipótesis de que la agresividad sea más bien una característica masculina. 
El boxeo, una actividad deportiva, una conducta social delimitada por unas reglas de comportamiento a la que los jugadores deben someterse, dónde la agresividad exhibida es de tipo INSTRUMENTAL, porque su finalidad, su meta, su intención, es alcanzar el triunfo, no causar un daño (L. BERKOWITZ), y no debe ser por definición una actividad ajena a aquellas mujeres que quieran practicarla.

Sin embargo existe un cierto consenso social de que estos deportes de combate deben ser un patrimonio exclusivo del hombre-macho. Por lo tanto continuando con el razonamiento inicial, ¿Por qué las mujeres hacen boxeo?, mejor dicho ¿Por qué no pueden hacer boxeo?

La participación de las mujeres en los deportes en general y de los deportes de combate en particular es un hecho muy reciente, y constituye una página documentada de discriminación de la sociedad machista hacia ellas, porque las propias sociedades les han vetado dicho acceso. Ya en la antigua Grecia, la participación femenina en los Juegos Olímpicos se prohibía y aseguraba al imponer que los atletas participasen desnudos en las pruebas. Para más INRI, a las mujeres casadas les estaba prohibida la asistencia a los Juegos Olímpicos, bajo pena de ser lanzadas por el monte Tifeo abajo.

XXparticipación en las Olimpiadas modernas estaba prohibida. Los primeros datos de participación femenina en unos Juegos Olímpicos, datan de la Olimpiada (III) de Saint Louis, en 1904, en la que ocho mujeres tomaron parte en la misma. Y, hasta la Olimpiada de Ámsterdam (IX) en 1928 no hubo una nutrida participación de éstas (290 mujeres).

El boxeo además, tiene un handicap adicional sobre la participación femenina y es el hecho de que aunque las mujeres tienen las mismas necesidades biológicas y psicológicas que los hombres, los deportes de combate, desde el punto de vista de la sociedad occidental, son considerados como cosa de hombres e incompatibles con la "feminidad". Como señaló hace años la psicóloga D. HARRIS, este perjuicio sexual está basado en una serie de "hechos".

El primero, lo constituye el que si bien hay numerosas investigaciones y estudios sobre el papel masculino en el deporte, la valoración de la mujer en su papel de deportista ha sido generalizada de los resultados de la investigaciones para el hombre y si la agresividad es uno de las características que forman parte del bagaje psicológico del prototipo de hombre-campeón, las mujeres que exhiben dichos atributos serán vistas en este ambiente socio-cultural, como "Marimachos".

El segundo, tiene que ver con una serie de conceptos fisiológicos erróneos que han potenciado esta distinción. Mientras que los dos sexos difieren en estructura, las diferencias en el funcionamiento fisiológico durante el ejercicio son mínimas. Estos conceptos fisiológicos erróneos o exagerados son:

La suposición de que la actividad física vigorosa y la competición podrían ser perjudiciales para los procesos reproductivos de la mujer. Actualmente hay evidencia de todo lo contrario, señalando que la mujer con salud tiene menos problemas con sus funciones normales, si participa en actividades físicas vigorosas.

La idea errónea de que la mujer está afectada por los cambios hormonales cíclicos y el hombre no. En este caso, la variable individual es importante ya que existe mujeres que son seriamente afectadas por estos cambios y otras en absoluto. Lo que sucede es que en el hombre también se dan unas ciertas alteraciones hormonales cíclicas que también pueden afectar al comportamiento.

Que la capacidad del trabajo aeróbico en las mujeres en un 70 % de la del hombre, alcanzando el máximo a los 15 años y declinando gradualmente hasta los 60. Aquí, el problema es sobre todo de participación en actividades deportivas. Las capacidades máximas aeróbicas de las mujeres se están equiparando cada vez más a la de los hombres en los últimos años, como lo atestiguan los registros en pruebas de medio fondo y fondo y aunque son menores, estas diferencias se están suavizando, y pulverizando los registros masculinos de hace un par de décadas. La propia participación de las mujeres en actividades deportivas a lo largo de su vida, hace que su máximo de ganancia aeróbica se acerque a la del hombre (sobre los treinta años) y su declive sea similar (un 5 % cada diez años si continúa practicando actividades aeróbicas).

El miedo a volverse extremadamente musculosa y tener una apariencia poco femenina. La práctica sistemática de una actividad vigorosa, produce un aumento de la tonicidad muscular (los músculos están más duros), pero los aumentos de volumen tienen que ver sobre todo con los niveles de hormonas (testosterona y somatotropa). Por tanto, una mujer empeñada en entrenamientos "duros" desarrollará un cuerpo tónico, con porcentajes más bajos de grasa, pero no con grandes músculos. Para conseguir grandes volúmenes tendrá que recurrir a la ayuda hormonal.

Diferencia sexual en el desperdicio de calor. Efectivamente, evolutivamente, el desperdicio de calor en el hombre y la sudoración son diferentes a la mujer. La sudoración en el hombre (estrategia que utiliza el cuerpo para eliminar el excedente de calor y refrescarlo) se da un par de grados antes que en la mujer y suda copiosamente en otras partes (axilas). Esto se debe a que tiene menos glándulas sudoríparas y ubicadas en otras zonas. La conclusión es que el hombre está mejor preparado para actuar en ambientes cálidos.

Sin embargo estas diferencias entre hombre-mujer, se dan entre hombres de diferentes razas. La raza negra está mejor adaptada según este criterio que la raza blanca y sin embargo nunca fue un obstáculo para que también los "blancos" consiguieran triunfar en muchas categorías. Por tanto, esta diferencia real entre la mujer y los hombres, se puede ir eliminando mediante el acondicionamiento y entrenamiento de las mujeres.


El tercer grupo de prejuicios, los constituyen una serie de conceptos psicológicos erróneos que alimentan esta distinción. Los más importantes son los siguientes:

Miedo a que estas actividades competitivas masculinicen la conducta de las chicas. Una mujer, si desea tener éxito en una actividad deportiva en general y en un deporte de combate en particular, deberá ser más agresiva, dominante y orientada al éxito. Deberá demostrar resistencia, dureza, aguante y asumir riesgos. Esas son las características que se utilizan frecuentemente en la sociedad occidental para describir la masculinidad.

Parece obvio, a estas alturas de cultura deportiva, que las mujeres deben tener esos rasgos para alcanzar el éxito en los deportes, pero que no por ello pierden sus rasgos femeninos valorados por la sociedad. Esto sugiere que el grupo de mujeres que realizan estos deportes es bastante homogéneo, porque deciden que la satisfacción que obtienen realizando estos deportes es lo bastante importante como para aceptar el riesgo de las "murmuraciones". Para D. HARRIS, este colectivo estaría formado por aquellas mujeres que están seguras de su feminidad o simplemente no les preocupa, con lo cual con estas actividades no se cuestionan.

Suposición de que la mujer es pasiva y no agresiva. En nuestra cultura occidental, las niñas tradicionalmente están educadas para evitar la agresión explícita, física y directa y manifestar otras formas de agresividad (verbal, indiferencia, hostilidad, crítica...). Sin embargo eso no quiere decir que sean menos agresivas, sino que la manifiestan de otra manera. En estas dos últimas décadas la participación masiva de la mujer en deportes de competición y acceso al mundo laboral equipara mucho más en esta dimensión a ambos sexos.

Según lo que la sociedad espera de la mujer (modelo occidental), las niñas no deben estar orientadas hacia el éxito. Hoy. Está claro, que la necesidad de éxito es independiente del sexo de las personas, es más, teniendo en cuenta la revolución que la mujer está llevando a cabo en la sociedad occidental en estos últimos años donde se está haciendo cada vez más con puestos de poder y notoriedad, parece que ese acicate es mayor en la mujer, porque asume que debe demostrar mayor determinación y agresividad que los hombres para hacerse con los mismos puestos.

Suposición de que la mujer no es tan resistente psicológicamente como los hombres para soportar la tensión mental durante las competiciones. Actualmente, el binomio se ha invertido. Las mujeres no tienen que demostrar su masculinidad en las competiciones deportivas, con lo que los handicaps o presión psicológica son menores.

Finalmente, existen algunos deportes que son coto de la masculinidad (atletismo, deportes de combate), que son ritos mediante los cuales los niños se hacen hombres. Con todo lo dicho anteriormente no parece necesario insistir que la variable agresiva, es independiente del sexo.

El último grupo de restricciones, son las de tipo social y cultural.

Debido a las expectativas culturales de los roles que deben desempeñar las personas en función de su afiliación sexual, existen unas actividades y comportamientos adecuados para cada uno, y no parece que se espere de las mujeres que destaquen en actividades atléticas y deportes de combate, y cuando lo hacen no sólo no reciben el mismo apoyo que los hombres, sino que el refuerzo suele ser negativo y por ello puede llevar a muchas mujeres independientes a abandonar su participación en estas actividades.

En este sentido, la adolescencia, constituye una etapa crucial en el mantenimiento de motivaciones a largo plazo, y en deportes de combate que tienen una cierta tradición de enseñanza en etapas infantiles (como las artes marciales), se asiste al hecho de que muchas niñas dejan estas actividades porque su deseo de agradar al sexo opuesto, no parece compatible con el entrenamiento de estas modalidades deportivas.
Socialmente, en la cultura occidental, los deportes de combate, a partir de la pubertad, son un fenómeno netamente masculino: Fuerza, bravura, habilidad... son atributos que se le suponen al macho-campeón. La gracia, la belleza, la fragilidad.... son atributos aceptados como femeninos que teóricamente refuerzan el papel de la mujer.

Niños y niñas son educados de distinta forma en la sociedad occidental. En la mujer, se premia y desarrolla el "papel expresivo", que correlaciona con conductas como la responsabilidad, sensibilidad, conciencia, ternura... etc. Mientras que en los hombres se les orienta hacia el "papel instrumental", compuesto por conductas tales como la consecución de metas, alcanzar el éxito... etc. Por ello, como señala HARRIS, las niñas independientes serán las que realicen este tipo de actividades, no se sabe si porque el deporte precisa de dicha independencia o si porque ésta, sea un producto de aquél.

Como concluye HARRIS en su trabajo, las mujeres orientadas al éxito (mujeres independientes que pueden practicar deportes individuales, enérgicos, de combate) se enfrentan ante un doble compromiso: Si fracasa en la actividad deportiva, no corresponde a su potencial, y si tiene éxito, no cumple con la expectativa encomendada socialmente. Por ello, la participación de las mujeres en actividades físicas vigorosas y deportes de combate, correlaciona con una gran confianza en sí mismas e independencia.

En este sentido, recuerda la problemática de los años cincuenta a cerca de las mujeres que estudiaban, de las que se decía que eran poco femeninas y muchas mujeres no lo hacían para no comprometer su futuro. Dentro de unos años, cuando la equiparación de los dos sexos a nivel social sea real, este tipo de discusiones formarán parte de lo anecdótico ya que cualquier mujer necesita primero que se respeten sus necesidades como persona, y después como mujeres (y no al revés).

En cuanto a la erradicación de los deportes de combate como una manifestación de la belicosidad de la sociedad que los alberga, no parece que en un futuro próximo sea posible, sino todo lo contrario. Los problemas sociales derivados del impacto de la industrialización, la aglomeración, el crecimiento demográfico, las diferencias socioeconómicas entre ciudadanos y países, el éxodo rural... etc, no parece que vayan a disminuir, ni ayudan a concebir una sociedad distinta.
El deporte es una institución social de la sociedad misma y por consiguiente recibe y ejerce estas influencias culturales. La estructura social influye en el deporte y en sus seguidores y se ve a su vez influido por éstos. Con todo, el deporte sigue siendo un fenómeno socializante y educativo de la propia sociedad que los alberga y los deportes de combate tienen unos valores tan válidos como los demás. ¿Por qué las mujeres no pueden practicarlos?, obviamente a tenor de todo lo expuesto, no existe ningún factor distintivo que les impida su práctica.

Teniendo en cuenta el talante de la sociedad en la que vivmos, tanto hombre como mujeres, encontrarán en el boxeo un campo social de aprendizaje de autocontrol de la propia agresividad al que accederán bien por su propia inquietud o por su deseo de buscar desafío, riesgo y autoafirmación. La cuestión sexual es accesoria. Como dice un dicho popular "sobre gustos no hay nada escrito".
Manel Martínez

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